miércoles, 28 de septiembre de 2011

Descubren el mecanismo cerebral de la creatividad


Descubren el mecanismo cerebral de la creatividad

Puede estimularse con pensamientos adecuados para la solución de problemas

Los mecanismos que usa el cerebro para propiciar la creatividad han sido observados a través de la resonancia magnética. Una investigación ha descubierto asimismo que determinados pensamientos estimulan las zonas cerebrales relacionadas con la creatividad, que son diferentes a las que usa el cerebro durante el pensamiento metodológico. Predisponernos a pensar de una u otra manera puede ayudarnos a resolver muchos problemas cotidianos, incluso antes de que se nos hayan planteado.
Por Yaiza Martínez.

Imágenes de la creatividad cerebral.
EEG Laboratory.
¿Por qué hay veces que, de repente, tenemos pensamientos originales y creativos que nos hacen resolver algunos problemas de manera inesperada? Y, ¿por qué, por el contrario, en otras ocasiones parece que, por más que le demos vueltas a la cabeza, no somos capaces de dar con una solución?

Un nuevo estudio realizado por las universidades norteamericanas de Drexel y Northwestern, ha revelado que existen patrones de actividad cerebral que funcionan antes incluso de que nos enfrentemos a un problema, y que estos patrones están relacionados con diferentes tipos de preparación mental, que nosotros mismos podemos provocar. El estudio será publicado por la revista Psychological Science, de la que la asociación del mismo nombre ha publicado un comunicado.

Los investigadores sobre el conocimiento John Kounios, de la universidad de Drexel, y Mark Jung-Beeman, de la de Northwesten, habían realizado con anterioridad otro estudio en el que se había demostrado que las funciones cerebrales eran diferentes en los procesos de pensamiento creativo que en aquellos procesos en los que se llegaba a una solución metodológica.

Este nuevo estudio ha puesto en evidencia, además, que el momento en que se produce la “comprensión” repentina es fruto de un trabajo cerebral que se desarrolla mucho antes de que se alcance la solución. Incluso, los científicos han descubierto que la gente puede prepararse mentalmente para ese momento de comprensión aparentemente repentina antes de que se les presente un problema a resolver.

Detener el procesamiento de otras señales

Esto es debido a que uno puede tomar la “actitud” de pensar de una manera determinada, sin necesidad de que haya un problema concreto. Según ha revelado la investigación, cuando tenemos que resolver algo, y para ello se necesita que comprendamos, los patrones del funcionamiento cerebral revelan que seguimos los siguientes pasos: dirigimos nuestra atención hacia “dentro”, nos preparamos para activar nuevas líneas de pensamiento y, quizá, incluso acallamos los pensamientos más irrelevantes.

Por lo tanto, somos capaces de prepararnos mentalmente para encontrar las soluciones utilizando diversos modos de pensar –analítico, intuitivo, imaginativo, creativo- y, lo que resulta sorprendente, nuestra elección hará que la actividad cerebral varíe en función del tipo de pensamiento que desarrollemos. Esta actividad puede medirse por medio de imágenes de resonancia magnética.

En otras investigaciones, los científicos habían revelado que justo antes de que se llegue a la solución deseada, y después de que las personas se hallan esforzado mentalmente por resolverla, el cerebro reduce momentáneamente las señales visuales, lo que produce un efecto similar a lo que hacemos involuntariamente cuando entornamos los ojos o miramos fijamente a un punto mientras pensamos. De esta forma, el cerebro facilita que la solución emerja.

El nuevo estudio añade a estos descubrimientos la sugerencia de que la preparación mental incluye una focalización hacia el interior de la atención incluso antes de que se presente un problema determinado. Por lo tanto, resulta tan importante la manera en qué piensa una persona como el tipo de pensamiento necesario para alcanzar la solución.

Momento del experimento. EEG Laboratory

Cómo se hizo

A los participantes de este nuevo estudio se les presentó una serie de puzzles de palabras. Cada uno de los problemas estaba compuesto por tres palabras (como tanque, colina y secreto), y los participantes tenían que pensar en una sola palabra con la que se pudiera formar una frase común con cada una de esas tres palabras.

A menudo, los voluntarios resolvieron este tipo de cuestiones con una comprensión repentina de lo que habían de decir, esto es, la solución les venía a la cabeza de repente y era correcta. Otras veces, se solucionaron los problemas de manera más metódica, probando posibles soluciones antes de dar con la definitiva.

En dos experimentos paralelos, los participantes resolvieron estos problemas mientras se monitorizaba la actividad de sus cerebros o bien con electroencefalogramas o bien con imágenes de resonancia magnética. Los primeros dan información anatómica y las resonancias permiten ver la actividad de las áreas cerebrales. Los científicos se centraron en estudiar la actividad neuronal en el periodo de tiempo justo antes de que cada problema fuera presentado.

Las dos técnicas de imagen mostraron resultados muy similares, así como diferentes patrones de actividad cerebral cuando el problema era resuelto por “comprensión” que cuando lo era por “método”.

La actividad cerebral en el primer caso se producía en el área del lóbulo temporal, relacionada con el procesamiento conceptual, y en las áreas del lóbulo frontal, asociadas con el control cognitivo. Por el contrario, si se pensaba de manera metodológica, la actividad neuronal aumentaba en la corteza visual, en la parte posterior del cerebro, lo que implica que estos participantes centraban su atención en la pantalla en la que aparecía el problema planteado.

Por lo tanto, el estudio ha demostrado que estas dos formas pueden servir para resolver problemas –la analítica y la intuitiva- y que las dos nos llevan a usar de manera distinta nuestro cerebro.

martes, 27 de septiembre de 2011

La cultura rige también la actividad del cerebro


La cultura rige también la actividad del cerebro
Un estudio descubre los efectos neuronales de los valores culturales
La cultura, así como el nivel de identificación que tengamos con ella, no sólo condiciona nuestros comportamientos, sino que también rige los patrones de la actividad neuronal, según un estudio llevado a cabo en Estados Unidos con individuos de dos grupos culturales diferentes. A través de imágenes de resonancia magnética funcional, la investigación descubrió enormes diferencias entre los patrones neuronales de ambos grupos culturales, así como la gran actividad neuronal que se despliega en las áreas cerebrales relacionadas con la atención, cuando se emiten juicios alejados de nuestra cosmovisión cultural. Por Yaiza Martínez.
a cultura condiciona la forma en que usamos el cerebro, señala un estudio del McGovern Institute for Brain Research, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT, por un equipo de investigadores de la Stony Brook University de Nueva York, del MIT, y de la Stanford University de California.

A esta conclusión han llegado los científicos a partir de una serie de exploraciones de resonancia magnética funcional (fMRI -tecnología que permite medir la respuesta hemodinámica (respuesta de regulación dinámica del flujo de sangre) vinculada a la actividad neuronal- de los cerebros de 20 personas, 10 de ellas orientales recién llegados a Estados Unidos, y otras 10 de origen norteamericano, informa el MIT en un comunicado.
Los resultados obtenidos de dichas exploraciones han demostrado por vez primera que la cultura en que crecemos, así como el nivel de identificación que tengamos con ella, influye en los patrones de la actividad cerebral de nuestras neuronas. Los científicos han publicado un artículo al respecto en la revista especializada Psychological Science.
Memoria y percepción condicionadas
En ella explican que investigaciones anteriores sobre el comportamiento, en las que se ha basado el presente estudio, habían demostrado que las personas procedentes de contextos culturales occidentales rinden mejor en tareas en las que se enfatizan las dimensiones independientes (absolutas) en lugar de las dimensiones interdependientes (relativas), y que exactamente a la inversa sucede con las personas que proceden de contextos orientales.
Así, el hecho de que la cultura americana, de valores individualistas, acentúe la independencia de los objetos en relación a sus contextos, mientras que en las sociedades de Extremo Oriente se acentúe lo colectivo y la interdependencia contextual de los objetos, afecta a las percepciones.
Dichas investigaciones anteriores habían demostrado asimismo que estas diferencias culturales pueden influir también en la memoria. En el origen de la presente investigación estaba la pregunta de si estas diferencias culturales podrían condicionar incluso la actividad neuronal del cerebro.

Para descubrirlo, los científicos, liderados por John Gabrieli, del McGovern Institute for Brain del MIT, pidieron a los participantes en la investigación que realizaran rápidos juicios de percepción de una serie de imágenes presentadas, al mismo tiempo que sus cerebros eran escaneados con la fMRI.

Cultura en la actividad cerebral
Según explica la Stony Brooks University, las respuestas de los participantes, simultáneas a la medición de su actividad cerebral, sirvieron para medir su percepción de la independencia o interdependencia de los objetos.
Las imágenes presentadas consistían en diagramas consecutivos en los que había una línea vertical dentro de una caja. A los participantes se les mostró una serie de estos dibujos para que emitieran su juicio de percepción en función de dos reglas: una de ellas les exigía ignorar el contexto y definir la longitud de la línea sin tener en cuenta el tamaño de los cuadrados (juicio absoluto). La otra regla consistía en tener en cuenta el contexto, y comparar las proporciones de las líneas con los cuadrados en los que estaban (juicio relativo).
Los cerebros de todos los participantes fueron sometidos a las mediciones del escáner mientras realizaban estos juicios aplicando los dos tipos de reglas. La intención era descubrir si los patrones de actividad cerebral diferían según una u otra norma de atención.
Las tareas eran lo suficientemente fáciles como para que los dos grupos las llevaran a cabo correctamente, pero sí hubo diferencia en la actividad cerebral medida. Los individuos de ambos grupos mostraron patrones de actividad cerebral distintos en el momento de realizarlas: la activación de determinadas áreas del cerebro era mucho menor cuando los juicios emitidos coincidían con los valores de sus culturas.
Implicación cultural y percepción
Según el artículo aparecido en Psychological Science, “en cada grupo, la activación en las regiones frontal y parietal del cerebro, que se sabe están asociadas al control de la atención, fue mayor durante la emisión de juicios no-preferidos culturalmente que durante la emisión de juicios preferidos culturalmente”.
Los científicos quedaron sorprendidos por la magnitud de la diferencia de los patrones neuronales entre ambos grupos culturales, así como de la enorme actividad neuronal vinculada al sistema de atención del cerebro que se ponía en marcha cuando los participantes emitían juicios alejados de su cosmovisión cultural.
Profundizando más en este fenómeno, los investigadores descubrieron que en aquellos individuos más identificados con su cultura, el efecto neuronal de los juicios que les resultaban “extraños”, se acentuaba aún más que en el resto de individuos de su misma cultura, pero menos implicados en ella.

Utilizando una serie de cuestionarios de preferencias y valores en las relaciones sociales de los participantes, calibraron su grado de identificación con su propia cultura. Así, pudo demostrarse que, en ambos grupos, una identificación más fuerte se correspondía con un patrón más intenso de activación cerebral específico de cada cultura.
De esta manera, explican los investigadores, “el trasfondo cultural individual, así como el grado en que un individuo da crédito a sus valores culturales, modera la activación de las redes del cerebro implicadas, incluso durante la realización de tareas visuales y de atención muy simples”.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sistemas Emocionales: "El pronóstico meteorológico" de nuestras conductas



Sistemas Emocionales: "El pronóstico meteorológico" de nuestras conductas.

Dr. Roberto Rosler
“En el siglo XX no existe otro tipo de cambio que el cambio rápido, según la evolución, el ritmo de los cambios del mundo estaba determinado por periodos glaciares, con el modernismo todo estaba cambiando a la vez y de manera fundamental, de la noche a la mañana”. P. Watson.

El motivo por el cual el Sistema Nervioso Central (SNC) ha ido aumentando en tamaño y complejidad a lo largo del árbol filogenético [1] es porque un cerebro más eficiente aumenta las posibilidades de éxito en la supervivencia y la reproducción.

Frente a esta afirmación no deja de ser paradójico que al observar ciertos trastornos que aquejan al SN (Estrés, Obesidad, Fobias, etc) tengamos la rara y extraña sensación que estamos “durmiendo con el enemigo”. O sea que ciertos sistemas funcionales neuronales que deberían aumentar nuestras posibilidades de supervivencia en realidad la están disminuyendo.

Para analizar esta paradoja es necesaria una “mirada” evolutiva que nos permita comprender que nuestro Cerebro estaba brillantemente adaptado a su ambiente ancestral, o sea al Paleolítico. Por lo tanto el Homo Sapiens actual consiste en un Cerebro del Paleolítico viviendo bajo las normas socioculturales del Siglo XXI.. Y esto no deja de ser un “cocktail explosivo”.

Como ejemplo podemos citar a Roland Barthes que solía decir que “en Francia es natural ser católico, estar casado y haber presentado una tesis”. Barthes era protestante, homosexual y (a pesar de ser uno de los creadores de la Semiótica) nunca había presentado una tesis de doctorado. Barthes hacía esta afirmación para mostrar que lo que en general consideramos natural son solamente normas impuestas por la sociedad y la cultura. No es natural ir por la vida en ropa interior, orinar en el baño o comer con tenedor y cuchillo.

Así podemos considerar que ciertas patologías son en realidad el resultado de la falta de correspondencia entre el ambiente original de adaptación y el medio social actual.

Consideremos un ejemplo clásico como lo son todos los trastornos asociados al Estrés.

La respuesta de Estrés era altamente adaptativa para los Homo Sapiens del Paleolítico ya que al inhibir ciertos repertorios de conductas (dormir, comer, deseos sexuales, etc) y al activar ciertas respuestas homeostáticas (hipertensión arterial, taquicardia, hiperglucemia, etc) mejoraba sus posibilidades de supervivencia (como por ejemplo enfrentarse a un predador) y, como en esta época no existían aún los impuestos, los jefes, los políticos, las obligaciones “tribales” y familiares, etc, las situaciones que justificaban una respuesta de estrés eran de corta duración y baja frecuencia.

Ahora bien, observémonos a nosotros mismos, ciudadanos del siglo XXI y sobrevivientes del “siglo de la crisis perpetua” como define Peter Watson al siglo XX. El Estrés, a través de ciertos cambios socio-culturales (estado, tribu, familia, trabajo) y de ciertos “avances” tecnológicos (celular, computadora, teléfono, etc) se ha convertido de una respuesta “discreta” en una descarga continua y crónica que nos impide comer, dormir y tener deseos sexuales; y que nos genera infartos y otras “bondades”. Resumiendo el Estrés ha sufrido una “metamorfosis” funcional: De aumentar la supervivencia ha pasado a disminuirla.

Analicemos ahora la relación existente entre el peso corporal, el Sistema de Búsqueda y Recompensa y el Sistema Neuroentérico. Se considera en la actualidad que el Homo Sapiens se inició como un recolector (tarea fundamentalmente femenina que consistía en recoger frutos, verduras y pequeños mamíferos) y como un carroñero (perdón si con esta afirmación hiero el orgullo del lector pero la Antropología moderna nos aleja del estereotipo del Homo Sapiens como un valiente y intrépido cazador, esta fue una conducta más tardía cuando mejoraron los instrumentos y las tácticas de caza grupal).

El Sistema Neurorentérico (un recientemente independizado de los Sistemas Simpático y Parasimpático) es, entre otras funciones, el encargado de regular la eficiencia de la ganancia y pérdida de calorías.

Cuando el Homo Sapiens envejece (y por lo tanto disminuye su capacidad de buscar y traer carroña) o cuando pasa por épocas de carestía alimenticia el Sistema Neuroentérico, como conducta adaptativa para aumentar las posibilidades de supervivencia, incrementa la eficiencia en la ganancia de calorías y disminuye la eficiencia en su pérdida.

Por otra parte cuando el Homo Sapiens encontraba grandes cantidades de comida, al no existir en el Paleolítico heladeras u otros medios de conservar alimentos, el Sistema de Búsqueda y Recompensa facilitaba la ingestión de grandes cantidades de alimentos a pesar de que las señales homeostáticas le hacían saber al Hipotálamo que ya se habían ingerido suficientes “commodities”.

Consideremos ahora a un Homo Sapiens del siglo de los hipermercados que desea bajar de peso. Probablemente, debido a que su trabajo le imponga un modo sedentario de vida, elija una dieta basada en una severa restricción alimenticia.

Su sistema Neuroentérico “Palelolítico” interpretará que se está pasando por un período de escasez y por lo tanto aumentará su eficiencia dificultando la pérdida de peso.

Es un comentario habitual que luego de varias dietas o con el paso de los años cada vez es más difícil perder peso y es cada vez más fácil ganarlo.

Para dificultar aún más la situación cuando este Homo Sapiens hambriento por su dieta se encuentre con un paquete de galletitas u otra “hiper” fuente de glúcidos y/o lípidos observará azorado como su mano adquiere vida propia y va y viene del paquete hacia su cavidad oral sin detenerse hasta que el paquete esté vacío (una “cortesía” del Sistema de Búsqueda Dopaminérgico).

Para concluir observemos algunas causas frecuentes de fobias como el miedo a las alturas y a los espacios abiertos. Si analizamos estos miedos en relación al Paleolítico veremos que en realidad aumentaban las posibilidades de supervivencia en el ambiente ancestral.

El Homo Sapiens abandonó las selvas y se dirigió hacia la sabana africana porque su capacidad de trepar (y por ende de conseguir alimentos) era muy inferior a la de los grandes primates. Por esta pobre capacidad de trepar es adaptativo tenerle miedo a las alturas ya que evita las posibilidades de traumatismos por caídas.

Nuestros ancestros medían 1,50 metros y pesaban unos escasos 40 – 50 kg. Si se atrevían a pasearse por los espacios abiertos de la sabana eran presa fácil de sus depredadores (como por ejemplo los grandes felinos). Conclusión tenerle miedo a los espacios abiertos era adaptativo.

¿Pero quién puede vivir con normalidad en el siglo XXI si le tiene miedo a las alturas y a los espacios abiertos?

Tal vez alguien pueda preguntarse: ¿Estos millones de años transcurridos desde que los homínidos pasaron a la postura bípeda en el África oriental no han sido suficientes para adaptarse a los cambios socioculturales?

Creo que sirve como explicación un “calendario” que utiliza Carl Sagan en el que compara toda la historia del planeta (calculada estimativamente en la actualidad en unos 4.500 millones de años) con un año de 12 meses.

En este calendario las rocas aparecen el primero de Enero, los invertebrados el 15 de Noviembre, los mamíferos el 27 de Diciembre y el Homo Sapiens aparece en la Tierra el 31 de diciembre a las 23.30 horas. Si consideramos que pasamos de vivir en forma nómada a la sedentaria hace unos miles de años: ¡Unos minutos de existencia en la Tierra no son suficientes para adaptarse a los apabullantes cambios de nuestro medio ambiente!

No debemos olvidarnos que en el último medio siglo “se ha desbordado el río de los descubrimientos” y la humanidad ha sufrido los mayores cambios culturales y tecnológicos a una velocidad nunca antes vista. Cambios que nos han alejado más aún de nuestro ambiente ancestral original de adaptación y que nos obligan a preguntarnos: ¿Es siempre más sinónimo de mejor?

Para finalizar es importante considerar que con el paso de las décadas el concepto de “evolución se ha convertido además en una metáfora que nos deja ver que las ideas, a semejanza de los animales, también evolucionan, cambian...”. Desde esta perspectiva es fundamental que los conceptos funcionales del SN mantengan permanentemente esta capacidad de evolucionar y cambiar.

[1] Debemos abandonar un antiguo concepto que fue un auténtico “predador” de la evolución que es el de la “escala filogenética” y que proviene de la idea aristotélica que con soberbia colocaba al hombre en el “escalón” más alto de la perfección. La enorme influencia de este concepto se ejemplifica en las actitudes de las autoridades médicas y políticas durante las pestes de la Edad Media. Cuando algunos hallazgos sugirieron que la peste podía deberse al contacto de las personas con las ratas esta idea fue inmediatamente descartada ya que era descabellado pensar que dos organismos tan separados en la “cadena de la vida” pudieran tener alguna relación patogénica. Debemos sacar al Homo Sapiens de este pedestal y considerar el proceso evolutivo de las especies como un árbol de múltiples ramificaciones, en el que, en el tope de cada rama, encontraremos a los animales mejor adaptados a su medio específico. No podríamos colocar al Homo Sapiens en ese tope en medios como el Ártico, el medio subacuático, el desierto, la noche, etc. Este concepto de evolución en “escalera” también fue utilizado en exceso por los biólogos raciales de fines del siglo XIX que estaban convencidos de que, extrapolando las ideas darvinistas de la naturaleza a la sociología, se podía agrupar a todas las razas del mundo en una sencilla escalera evolutiva en la cima de la cual se encontraba el hombre blanco. Por suerte, para los que estaban dispuestos a aceptar lo que era evidente, la obra de múltiples antropólogos y biólogos demostraron que la evolución era un proceso mucho más complejo de lo que querían reconocer los partidarios del “seudo” darwinismo social mejor llamado social spencerismo.