Sistemas Emocionales: "El pronóstico meteorológico" de nuestras conductas.
Dr. Roberto Rosler
“En el siglo XX no existe otro tipo de cambio que el cambio rápido, según la evolución, el ritmo de los cambios del mundo estaba determinado por periodos glaciares, con el modernismo todo estaba cambiando a la vez y de manera fundamental, de la noche a la mañana”. P. Watson.
El motivo por el cual el Sistema Nervioso Central (SNC) ha ido aumentando en tamaño y complejidad a lo largo del árbol filogenético [1] es porque un cerebro más eficiente aumenta las posibilidades de éxito en la supervivencia y la reproducción.
Frente a esta afirmación no deja de ser paradójico que al observar ciertos trastornos que aquejan al SN (Estrés, Obesidad, Fobias, etc) tengamos la rara y extraña sensación que estamos “durmiendo con el enemigo”. O sea que ciertos sistemas funcionales neuronales que deberían aumentar nuestras posibilidades de supervivencia en realidad la están disminuyendo.
Para analizar esta paradoja es necesaria una “mirada” evolutiva que nos permita comprender que nuestro Cerebro estaba brillantemente adaptado a su ambiente ancestral, o sea al Paleolítico. Por lo tanto el Homo Sapiens actual consiste en un Cerebro del Paleolítico viviendo bajo las normas socioculturales del Siglo XXI.. Y esto no deja de ser un “cocktail explosivo”.
Como ejemplo podemos citar a Roland Barthes que solía decir que “en Francia es natural ser católico, estar casado y haber presentado una tesis”. Barthes era protestante, homosexual y (a pesar de ser uno de los creadores de la Semiótica) nunca había presentado una tesis de doctorado. Barthes hacía esta afirmación para mostrar que lo que en general consideramos natural son solamente normas impuestas por la sociedad y la cultura. No es natural ir por la vida en ropa interior, orinar en el baño o comer con tenedor y cuchillo.
Así podemos considerar que ciertas patologías son en realidad el resultado de la falta de correspondencia entre el ambiente original de adaptación y el medio social actual.
Consideremos un ejemplo clásico como lo son todos los trastornos asociados al Estrés.
La respuesta de Estrés era altamente adaptativa para los Homo Sapiens del Paleolítico ya que al inhibir ciertos repertorios de conductas (dormir, comer, deseos sexuales, etc) y al activar ciertas respuestas homeostáticas (hipertensión arterial, taquicardia, hiperglucemia, etc) mejoraba sus posibilidades de supervivencia (como por ejemplo enfrentarse a un predador) y, como en esta época no existían aún los impuestos, los jefes, los políticos, las obligaciones “tribales” y familiares, etc, las situaciones que justificaban una respuesta de estrés eran de corta duración y baja frecuencia.
Ahora bien, observémonos a nosotros mismos, ciudadanos del siglo XXI y sobrevivientes del “siglo de la crisis perpetua” como define Peter Watson al siglo XX. El Estrés, a través de ciertos cambios socio-culturales (estado, tribu, familia, trabajo) y de ciertos “avances” tecnológicos (celular, computadora, teléfono, etc) se ha convertido de una respuesta “discreta” en una descarga continua y crónica que nos impide comer, dormir y tener deseos sexuales; y que nos genera infartos y otras “bondades”. Resumiendo el Estrés ha sufrido una “metamorfosis” funcional: De aumentar la supervivencia ha pasado a disminuirla.
Analicemos ahora la relación existente entre el peso corporal, el Sistema de Búsqueda y Recompensa y el Sistema Neuroentérico. Se considera en la actualidad que el Homo Sapiens se inició como un recolector (tarea fundamentalmente femenina que consistía en recoger frutos, verduras y pequeños mamíferos) y como un carroñero (perdón si con esta afirmación hiero el orgullo del lector pero la Antropología moderna nos aleja del estereotipo del Homo Sapiens como un valiente y intrépido cazador, esta fue una conducta más tardía cuando mejoraron los instrumentos y las tácticas de caza grupal).
El Sistema Neurorentérico (un recientemente independizado de los Sistemas Simpático y Parasimpático) es, entre otras funciones, el encargado de regular la eficiencia de la ganancia y pérdida de calorías.
Cuando el Homo Sapiens envejece (y por lo tanto disminuye su capacidad de buscar y traer carroña) o cuando pasa por épocas de carestía alimenticia el Sistema Neuroentérico, como conducta adaptativa para aumentar las posibilidades de supervivencia, incrementa la eficiencia en la ganancia de calorías y disminuye la eficiencia en su pérdida.
Por otra parte cuando el Homo Sapiens encontraba grandes cantidades de comida, al no existir en el Paleolítico heladeras u otros medios de conservar alimentos, el Sistema de Búsqueda y Recompensa facilitaba la ingestión de grandes cantidades de alimentos a pesar de que las señales homeostáticas le hacían saber al Hipotálamo que ya se habían ingerido suficientes “commodities”.
Consideremos ahora a un Homo Sapiens del siglo de los hipermercados que desea bajar de peso. Probablemente, debido a que su trabajo le imponga un modo sedentario de vida, elija una dieta basada en una severa restricción alimenticia.
Su sistema Neuroentérico “Palelolítico” interpretará que se está pasando por un período de escasez y por lo tanto aumentará su eficiencia dificultando la pérdida de peso.
Es un comentario habitual que luego de varias dietas o con el paso de los años cada vez es más difícil perder peso y es cada vez más fácil ganarlo.
Para dificultar aún más la situación cuando este Homo Sapiens hambriento por su dieta se encuentre con un paquete de galletitas u otra “hiper” fuente de glúcidos y/o lípidos observará azorado como su mano adquiere vida propia y va y viene del paquete hacia su cavidad oral sin detenerse hasta que el paquete esté vacío (una “cortesía” del Sistema de Búsqueda Dopaminérgico).
Para concluir observemos algunas causas frecuentes de fobias como el miedo a las alturas y a los espacios abiertos. Si analizamos estos miedos en relación al Paleolítico veremos que en realidad aumentaban las posibilidades de supervivencia en el ambiente ancestral.
El Homo Sapiens abandonó las selvas y se dirigió hacia la sabana africana porque su capacidad de trepar (y por ende de conseguir alimentos) era muy inferior a la de los grandes primates. Por esta pobre capacidad de trepar es adaptativo tenerle miedo a las alturas ya que evita las posibilidades de traumatismos por caídas.
Nuestros ancestros medían 1,50 metros y pesaban unos escasos 40 – 50 kg. Si se atrevían a pasearse por los espacios abiertos de la sabana eran presa fácil de sus depredadores (como por ejemplo los grandes felinos). Conclusión tenerle miedo a los espacios abiertos era adaptativo.
¿Pero quién puede vivir con normalidad en el siglo XXI si le tiene miedo a las alturas y a los espacios abiertos?
Tal vez alguien pueda preguntarse: ¿Estos millones de años transcurridos desde que los homínidos pasaron a la postura bípeda en el África oriental no han sido suficientes para adaptarse a los cambios socioculturales?
Creo que sirve como explicación un “calendario” que utiliza Carl Sagan en el que compara toda la historia del planeta (calculada estimativamente en la actualidad en unos 4.500 millones de años) con un año de 12 meses.
En este calendario las rocas aparecen el primero de Enero, los invertebrados el 15 de Noviembre, los mamíferos el 27 de Diciembre y el Homo Sapiens aparece en la Tierra el 31 de diciembre a las 23.30 horas. Si consideramos que pasamos de vivir en forma nómada a la sedentaria hace unos miles de años: ¡Unos minutos de existencia en la Tierra no son suficientes para adaptarse a los apabullantes cambios de nuestro medio ambiente!
No debemos olvidarnos que en el último medio siglo “se ha desbordado el río de los descubrimientos” y la humanidad ha sufrido los mayores cambios culturales y tecnológicos a una velocidad nunca antes vista. Cambios que nos han alejado más aún de nuestro ambiente ancestral original de adaptación y que nos obligan a preguntarnos: ¿Es siempre más sinónimo de mejor?
Para finalizar es importante considerar que con el paso de las décadas el concepto de “evolución se ha convertido además en una metáfora que nos deja ver que las ideas, a semejanza de los animales, también evolucionan, cambian...”. Desde esta perspectiva es fundamental que los conceptos funcionales del SN mantengan permanentemente esta capacidad de evolucionar y cambiar.
[1] Debemos abandonar un antiguo concepto que fue un auténtico “predador” de la evolución que es el de la “escala filogenética” y que proviene de la idea aristotélica que con soberbia colocaba al hombre en el “escalón” más alto de la perfección. La enorme influencia de este concepto se ejemplifica en las actitudes de las autoridades médicas y políticas durante las pestes de la Edad Media. Cuando algunos hallazgos sugirieron que la peste podía deberse al contacto de las personas con las ratas esta idea fue inmediatamente descartada ya que era descabellado pensar que dos organismos tan separados en la “cadena de la vida” pudieran tener alguna relación patogénica. Debemos sacar al Homo Sapiens de este pedestal y considerar el proceso evolutivo de las especies como un árbol de múltiples ramificaciones, en el que, en el tope de cada rama, encontraremos a los animales mejor adaptados a su medio específico. No podríamos colocar al Homo Sapiens en ese tope en medios como el Ártico, el medio subacuático, el desierto, la noche, etc. Este concepto de evolución en “escalera” también fue utilizado en exceso por los biólogos raciales de fines del siglo XIX que estaban convencidos de que, extrapolando las ideas darvinistas de la naturaleza a la sociología, se podía agrupar a todas las razas del mundo en una sencilla escalera evolutiva en la cima de la cual se encontraba el hombre blanco. Por suerte, para los que estaban dispuestos a aceptar lo que era evidente, la obra de múltiples antropólogos y biólogos demostraron que la evolución era un proceso mucho más complejo de lo que querían reconocer los partidarios del “seudo” darwinismo social mejor llamado social spencerismo.
a medida que evoluciona la sociedad y la tecnologia el ser humano debe adaptarce siendo el cerebro el organo que rige la manera de pensar este debe encaminar hacia la adaptacion del humano a la sociedad. un claro ejemplo es el del estudio. en la antigua venezuela con un bachillerato ya podias contar con empleo. en la sociedad actual se necesita de estudios universitarios y hasta de postgrado. con el avance del conocimiento el ser humano debe adaptarce para poder seguir siendo productivo y mantenerce en la sociedad.
ResponderEliminarWilly Zabaleta
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