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miércoles, 29 de julio de 2015

La primera 'neuroencuesta' política en España

Fueron diseñadas para diagnosticar enfermedades, pero su uso se ha extendido a los estudios de mercado. Tecnologías médicas como la electroencefalografía o la resonancia magnética nuclear permiten averiguar qué pasa por nuestro cerebro antes de que seamos capaces de ofrecer una respuesta verbal y racionalizada. Información muy valiosa para las empresas que desean conocer nuestra reacción ante distintos estímulos, ya sea procedentes de productos, personas o sabores.
Y es que es bien sabido que el componente no racional juega un papel destacado en cada decisión que tomamos a lo largo de nuestra vida. La política no es una excepción. A la hora de votar y de formarnos una opinión sobre los candidatos a unas elecciones, influyen muchos aspectos. Para averiguar qué piensan los ciudadanos de los políticos, las encuestas tradicionales formulan preguntas pero, y ¿si se pregunta directamente a su cerebro?
La empresa de estudios de opinión e investigación de mercados Sigma Dos ha realizado en exclusiva para EL MUNDO el primer estudio español que ha usado la electroencefalografía en combinación con el eye tracking (una especie de gafas que realizan un seguimiento de los ojos y permiten determinar qué zonas o aspectos llaman nuestra atención) para analizar las reacciones neuronales que provocan en los votantes los seis principales líderes políticos que, en principio, competirán en las próximas elecciones generales: Mariano Rajoy (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Iglesias (Podemos), Rosa Díez (UPyD), Albert Rivera (Ciudadanos) y Alberto Garzón (IU).
Posteriormente, esas reacciones espontáneas fueron comparadas con las respuestas ofrecidas en un cuestionario tradicional que los participantes completaron otro día, evaluando del 1 al 10 cinco atributos (capacidad, credibilidad, cercanía, honestidad y liderazgo) y ofreciendo su valoración global de estos políticos. Los datos del estudio neurocientífico se homogeneizaron a la misma escala del 1 al 10 para cruzar los resultados.
«Se trata de un estudio cualitativo y no es representativo de lo que opina la sociedad española. Es un mecanismo de análisis que permite ver qué diferencias hay entre lo que la gente dice y cómo actúa su cerebro espontáneamente»
«A día de hoy estos estudios no sustituyen a la encuesta, pero son un complemento muy atractivo en un momento en el que la política tiene un componente emocional muy elevado, como estamos detectando en las encuestas que hacemos», explica Rosa Díaz Fernández, directora general de Sigma Dos. «Antes, los ciudadanos tenían los conceptos más asentados y sus respuestas eran más rápidas. Ahora necesitan darte una explicación sobre su respuesta. Incluso, en ocasiones, te ofrecen antes la explicación que la contestación final a la pregunta», relata. «Muchas veces, ante un determinado estímulo, tenemos sensaciones que no somos capaces de verbalizar o racionalizar. La neurociencia nos sirve para analizar qué transmiten las imágenes de los candidatos», señala. Según Díaz, «el surgimiento de nuevas formaciones políticas tiene un componente emocional muy acusado y las informaciones de los medios de comunicación aluden mucho a ese factor».
El experimento se llevó a cabo entre diciembre de 2014 y enero de 2015 en la clínica madrileña de Inside Brain, la empresa que realizó las pruebas con tecnología médica para Sigma Dos. Se utilizó una muestra heterogénea compuesta por 20 adultos de ambos sexos, con edades y preferencias políticas diversas. Cuando acudieron a la clínica, no sabían en qué tipo de estudio de mercado iban a participar. José Miguel de Elías, director de Investigación y Análisis de Sigma Dos, subraya que «se trata de un estudio cualitativo y no es representativo de lo que opina la sociedad española. Es un mecanismo de análisis más que permite ver qué diferencias hay entre lo que la gente dice cuando se expresa racionalmente y cómo actúa su cerebro espontáneamente».
EL MUNDO asistió a una demostración de una de estas pruebas neurocientíficas con una voluntaria que no iba a participar en el estudio que presentamos aquí. Para hacer el electroencefalograma, se coloca en el cuero cabelludo del sujeto un gorro (como el de un nadador) con electrodos, que registran la actividad eléctrica de las neuronas. Según explica Francisco Arribas, director general de Inside Brain, al repartir los electrodos por la cabeza se puede determinar en qué zonas del cerebro se produce más actividad y cuándo.
A continuación, se proyectan en una pantalla diversas imágenes sin relación con el estudio, como paisajes. Después, van apareciendo fotos de los líderes políticos acompañados de distintos términos, como creíbleilusionacercanoantiguo o eficaz. Otro monitor va mostrando la gráfica que refleja las señales recogidas por los electrodos a medida que se proyectan las fotos. Arribas señala que el el cerebro reacciona de forma distinta si percibe que hay incoherencia entre la imagen y el concepto que aparece a su lado, y la gráfica va registrando esas oscilaciones.
«Los datos brutos son interpretados por un neurofisiólogo y traducidos un lenguaje comprensible para extraer información útil. Por otro lado, tenemos un sistema de seguimiento de la pupila para saber qué está mirando en cada momento. Por ejemplo, si tiene una activación muy positiva, se puede ver si mira al personaje o al mensaje», relata Arribas. El sujeto no puede hablar durante la prueba.
Para el estudio que presentamos en este artículo, los conceptos proyectados junto a las imágenes de los políticos fueron creíble,cercanohonestocapaz y líder. Albert Rivera, obtuvo la mejor valoración de los participantes. El candidato de Ciudadanos fue el que suscitó un mayor nivel de agrado espontáneo tanto en la prueba neurocientífica como en el cuestionario en el que se preguntó por la valoración global (5,10). Alberto Garzón (IU) fue el peor valorado globalmente en la respuesta espontánea (4,45), mientras que Mariano Rajoy obtuvo la calificación más baja en la respuesta racional (3,7).
A la hora de comparar los resultados de los dos estudios (la prueba neuronal y la encuesta tradicional), el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la líder de UPyD, Rosa Díez, empeoran su posicionamiento cuando se ha hecho un ejercicio de racionalización, mientras que Pablo Iglesias (Podemos) y Pedro Sánchez (PSOE) consiguen una valoración racional más favorable.
Para los participantes en este estudio, Albert Rivera también es el político con mayor credibilidad y el más honesto, mientras que Rosa Díez es considerada la más capaz, seguida de Rajoy, en la respuestacerebral. Se trata «de los dos líderes de mayor edad y con una más larga trayectoria en primera línea de política», según destaca el estudio de Sigma Dos. «Del resto de líderes, más jóvenes y de reciente llegada a ese primer plano de la escena política nacional, Pablo Iglesias se sitúa por delante...Pedro Sánchez, Albert Rivera y Alberto Garzón no han liderado aún ningún proceso electoral», señala el estudio, que añade que mientras «la experiencia reciente penaliza la valoración racional respecto a Mariano Rajoy. Por otra parte, las expectativas de cara al futuro y la falta de corresponsabilidad percibida sobre la situación actual favorece a Rivera e Iglesias».
Según las conclusiones de esta investigación, «la valoración racional en términos de credibilidad y honestidad de Mariano Rajoy se ve afectada por la evaluación que los ciudadanos hacen del cumplimiento de sus promesas y los supuestos casos de corrupción que han tenido mayor impacto mediático».
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, es el que de forma espontánea es percibido como el más cercano (5,05), seguido por Rosa Díez. Mariano Rajoy (3,82) y Pablo Iglesias (3,41) se consideran los menos cercanos.
«No es una máquina de la verdad. Es tecnología médica y debe ser aplicada por técnicos especializados y supervisada por médicos. Nosotros procesamos y analizamos la información», señala Rosa Díaz, directora de Sigma Dos.
El médico Juan Díaz-Mauriño, director del área científica de Inside Brain, asegura que tanto la electroencefalografía como la resonancia magnética nuclear que usan para medir los reflejos cerebrales y las reacciones psicofisiológicas de un individuo no tienen riesgo para la salud. La resonancia magnética nuclear, que permite monitorizar el cerebro en 3D y las áreas cerebrales que se activan ante un estímulo, «no usa radiaciones ionizantes, como el TAC o las radiografías», afirma. Esta técnica se usa, sobre todo, para evaluar estímulos gustativos, olfativos o auditivos, y resulta menos interesante para estudios políticos como éste, por lo que no la usaron.
Aunque el número de participantes (20) es muy inferior al de las encuestas tradicionales, José Miguel de Elías explica que es el habitual en los estudios cualitativos que hacen para las empresas que desean conocer, por ejemplo, cómo se percibe un producto o un discurso.
Según relata Rosa Díaz, estas investigaciones neurocientíficas son muy demandadas por empresas privadas, sobre todo del mundo de la publicidad, para testar productos o evaluar la acogida que tienen anuncios o series de televisión antes de su emisión.
Hasta ahora, Sigma Dos sólo ha usado estas herramientas médicas para realizar otros dos estudios políticos en Latinoamérica, «donde existe mucho interés». Al tratarse de encargos privados, Díaz afirma que no puede detallar dónde los hicieron, sólo que resultan muy útiles para asesoría política: «Obtenemos información que nos permite identificar las fortalezas y las debilidades de los candidatos porque los mejores directores de campaña son los ciudadanos. Así que estas herramientas ayudan a mejorar su imagen o sus discursos, pero no les cambia. Les ayudamos a sacar lo mejor de sí mismos y a transmitir su mensaje con mayor eficacia», señala Díaz, para quien «es un error frecuente intentar cambiar a los políticos y hacerles parecer lo que no son». Sin embargo, sostiene, «la verdadera personalidad acaba por salir a la luz».
Fuente: http://www.elmundo.es/ciencia/2015/05/03/55439281e2704e56458b4578.html

viernes, 7 de noviembre de 2014

viernes, 10 de enero de 2014

¿Cómo sentimos las emociones en el cuerpo?

¿Cómo sentimos las emociones en el cuerpo?
Las conexiones entre las emociones y las partes del cuerpo podrían ser las mismas en las distintas culturas

Las personas de todo el mundo podrían sentir las conexiones entre la mente y el cuerpo del mismo modo. Por ejemplo, la ansiedad se relacionó consistentemente con cambios en la zona media del pecho, según un estudio.

Muchas frases reflejan el modo en que las emociones afectan al cuerpo: Una pérdida nos hace sentir "que se nos ha roto el corazón", notamos "mariposas" en el estómago cuando estamos nerviosos y las cosas muy desagradables "nos revuelven el estómago".

Ahora, un nuevo estudio finlandés sugiere que las conexiones entre las emociones y las partes del cuerpo podrían ser las mismas en las distintas culturas.

Los investigadores indujeron a los participantes finlandeses, suecos y taiwaneses a que sintieran varias emociones y luego les pidieron que relacionaran sus sentimientos con partes corporales. Conectaron el enojo con la cabeza, el pecho, los brazos y las manos; la repugnancia con la cabeza, las manos y la parte inferior del pecho; el orgullo con la parte superior del cuerpo, y el amor con todo el cuerpo excepto las piernas. Por lo que respecta a la ansiedad, los participantes la relacionaron en gran medida con la zona media del pecho.

"Lo más sorprendente fue la consistencia de las valoraciones, tanto en los individuos como en todos los grupos de idiomas y culturas a los que se realizó la prueba", señaló el autor del estudio, Lauri Nummenmaa, profesor asistente de neurociencia cognitiva en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Aalto, en Finlandia.


Sin embargo, a un experto estadounidense, Paul Zack, catedrático del Centro de Estudios de Neuroeconomía en la Universidad de Postgrados Claremont en California, no le impresionaron los descubrimientos. Desvalorizó el estudio, aduciendo que su diseño era muy pobre, que no consiguió comprender cómo funcionan las emociones y que "no prueba nada".
Pero, por su parte, Nummenmaa afirmó que la investigación es útil porque clarifica cómo están interconectadas las emociones y el cuerpo.

"Deseábamos comprender cómo trabajan juntos el cuerpo y la mente para generar las emociones", señaló Nummenmaa. "Al trazar un mapa de los cambios corporales asociados con las emociones, también intentábamos comprender cómo diferentes emociones como la repugnancia o la tristeza gobiernan realmente las funciones corporales".

Para realizar el estudio, publicado el 30 de diciembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores mostraron dos siluetas de cuerpos a aproximadamente 700 personas. Dependiendo del experimento, intentaron inducir sentimientos en los participantes mostrándoles palabras, historias, partes de películas y expresiones faciales con una alta carga emocional. Entonces los participantes colorearon las siluetas para que reflejaran las zonas del cuerpo que sentían que se volvían las más o las menos activas.

La idea era no mencionar las emociones directamente a los participantes, sino en lugar de eso hacerles "sentir distintas emociones", indicó Nummenmaa.

Los investigadores indicaron que algunas de las emociones podrían causar actividad en zonas específicas del cuerpo. Por ejemplo, las emociones más básicas se relacionaron con sensaciones en la zona superior del pecho, lo que quizá tenga que ver con la respiración y la frecuencia cardíaca. Y las personas relacionaron todas las emociones con la cabeza, lo que sugiere un posible vínculo con la actividad cerebral.

Pero Zack afirmó que el estudio no tomó en cuenta que las personas a menudo sienten más de una emoción al mismo tiempo. O la propia comprensión de la persona de la emoción puede ser engañosa, ya que las "áreas del cerebro que procesan las emociones tienden a quedar en gran medida fuera de la atención consciente", señaló.

Según Zack, hubiera tenido mucho más sentido medir directamente la actividad del cuerpo, como el sudor y la temperatura, para asegurarse de que las percepciones de las personas tuvieran una base en la realidad. Nummenmaa afirmó que él espera que la investigación futura vaya en esa dirección.

¿Cómo podría la presente investigación ser útil?

Zack es escéptico con respecto a que pueda ser útil, pero el autor del estudio tiene esperanzas de que lo sea.

"Muchos trastornos mentales se asocian con un funcionamiento alterado del sistema emocional, de modo que desentrañar cómo se coordinan las emociones con la mente y el cuerpo de individuos sanos es importante para elaborar los tratamientos de dichos trastornos", indicó Nummenmaa.

Después de esto, los investigadores quieren ver si las conexiones entre las emociones y el cuerpo cambian en las personas que están ansiosas o deprimidas. "Además, nos interesa saber cómo experimentan los niños y los adolescentes las emociones en sus cuerpos", dijo Nummenmaa.

FUENTES: Lauri Nummenmaa, assistant professor, cognitive neuroscience, Aalto University School of Science, Aalto, Finland; Paul Zak, Ph.D., neuroeconomist, chairman and professor, economics, and founding director, Center for Neuroeconomics Studies, Claremont Graduate University, Claremont, Calif.; Dec. 30, 2013, Proceedings of the National Academy of Sciences, online.


jueves, 20 de junio de 2013

La paternidad modifica el cerebro y mejora la memoria

El nacimiento de un hijo implica cambios en la vida de una persona. Es muy común hablar de la maternidad y de las modificaciones físicas y hormonales que sufre la mujer durante esta etapa. Pero, sin embargo, poco se conoce sobre la biología del vínculo padre-hijo. ¿Qué sucede realmente en el cerebro de un hombre cuando se convierte en papá? Poco a poco la ciencia está comenzando a buscar respuestas. Nuevas investigaciones hechas tanto en animales como en seres humanos demuestran que la paternidad produce cambios físicos y químicos en el cerebro y, además, que el vínculo padre-hijo refuerza y mejora funciones cognitivas fundamentales como la memoria y al aprendizaje.
Y es que las neuronas del cerebro adulto se reconfiguran y crecen en respuesta a los grandes cambios de la vida, como la paternidad. “El cerebro es altamente plástico y todo lo que sucede en nuestra vida lo modifica en mayor o menor medida. Cada vez hay más evidencia de las neurociencias que demuestran que el amor paternal tiene una red del cerebro que comparte algunas estructuras con otros tipos de amor –como el romántico–, pero que algunas áreas le son exclusivas y que tienen funciones en el apego y las relaciones sociales”, explicó Ezequiel Gleichgerrcht, investigador en neurociencias cognitivas de Fundación Ineco.
En 2006, investigadores de la Universidad de Princeton, EE.UU., analizaron la estructura del cerebro de los monos llamados titís (Callithrix jacchus) y encontraron que era distinta en los titís que eran papás en comparación con los que no lo eran. El estudio publicado en la revista Nature Neuroscience concluyó que quienes eran padres tenían una mayor densidad de conexiones en una región del cerebro conocida como la corteza prefrontal que juega un papel crucial en funciones cerebrales superiores como la cognición.

En otra investigación, el psiquiatra de la Universidad de Basilea (Suiza) Erich Seifritz y su equipo utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional para demostrar que cierta área del cerebro de los padres se activa al oír el llanto de un bebé: la amígdala, que está implicada en el procesamiento de las emociones.

Hormonas. Cuando los padres tienen a su hijo recién nacido en brazos, aumenta su producción de oxitocina, la misma hormona que ayuda a las mujeres durante el parto a la contracción del útero, y prolactina, la hormona que se encarga de la producción de leche en las madres durante la lactancia. Esta es la conclusión a la que arribó un estudio de las universidades de Yale (EE.UU.) y de Bar-Ilan (Israel) en las que se evaluó a 160 hombres antes de ser padres y durante los seis meses posteriores. Estas hormonas actúan sobre la amígdala, centro emotivo del cerebro y se cree que ello condiciona los sentimientos y pensamientos en relación con el recién nacido.
Ser padre saca a la luz el lado más femenino de los hombres. Un estudio de 2011 demostró que los niveles de testosterona –la hormona masculina por excelencia– se reducen significativamente tras la paternidad. Es más, cuanto más implicado está el padre en la crianza del bebé, más se reduce su testosterona, según señaló el trabajo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. “La disminución de la testosterona parece ser un ajuste biológico que ayuda a los hombres a cambiar sus prioridades cuando llegan los hijos, ya que rasgos como la agresividad y la competencia son menos útiles”, dijo Christopher Kuzawa, antropólogo de la Universidad Northwestern de EE.UU. y uno de los firmantes del estudio.

Pero lo cierto es que aún queda mucho por conocer acerca de la función de estas hormonas en cuanto a su vinculación con el rol paterno.

“Se conoce menos sobre el amor paternal (en referencia exclusiva a padres) que el maternal que es el que suele investigarse. Los estudios en humanos y animales demuestran que se activan redes que disparan cambios hormonales en testosterona, oxitocina, prolactina y otros químicos importantes para el afecto y las conductas sociales. Se conoce poco aún de las áreas cerebrales: en padres, comparado a no-padres, se activa la corteza prefrontal y la amígdala cuando su hijo llora, pero aún es poca la evidencia de la red neural específica de este tipo de amor”, dijo Gleichgerrcht.
Pero no hay dudas de que las relaciones humanas significantes, como lo es la relación padre-hijo, contribuyen a la salud mental “porque implican activaciones de circuitos que favorecen la sociabilización, un factor protector ante los estresores de la vida”, concluyó el investigador.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Las emociones positivas podrían disminuir el riesgo cardiovascular

En este editorial los autores hacen referencia al trabajo No se preocupe, sea feliz: las emociones positivas y la disminución de los eventos coronarios en un plazo de 10 años”.

En su opinión, la relación entre la enfermedad cardiovascular (ECV) y la depresión genera numerosos interrogantes, como los referidos al tratamiento de los estados comórbidos. Está demostrado que quienes presentan en forma temprana un cuadro depresivo poseen un riesgo significativamente mayor de padecer una ECV tras la corrección de los factores de riesgo cardiovascular (CV) y que este efecto ocurre aun en ausencia del diagnóstico de depresión mayor. La depresión incrementa 1,5 a 2 veces el riesgo de ECV en los individuos que eran físicamente sanos. Además, los pacientes con ECV están expuestos a mayor riesgo de sufrir depresión. Cuando se asocian ambas entidades, el riesgo CV se incrementa más aún.

Los pacientes refractarios al primer esquema de tratamiento antidepresivo que sufrieron un evento coronario agudo poseen un riesgo CV mucho mayor. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los antidepresivos tricíclicos (ATC) no parecen disminuir el riesgo CV asociado con la depresión a pesar de corregir algunas de las alteraciones que la acompañan, como el aumento de las citoquinas proinflamatorias, la disminución de la circulación de células endoteliales y la deficiencia de la biodisponibilidad del óxido nítrico.

La combinación de los ISRS con los ácidos grasos n-3 tampoco disminuye el riesgo en estos pacientes. Incluso en un estudio realizado en más de 99.000 pacientes que sobrevivieron a su primera internación por insuficiencia cardíaca la prescripción de los ATC y los ISRS se asoció con el aumento de la mortalidad global y la asociada con los eventos CV. Esto también se observó en los sujetos que reciben ISRS y betabloqueantes, lo cual hace necesaria la realización de un ensayo clínico que permita escoger el tratamiento antidepresivo más apropiado para los pacientes con ECV.

En el trabajo que comentan, los autores examinaron la asociación entre el estado de ánimo de los pacientes y la aparición de eventos CV corregidos por la edad, el sexo y los factores de riesgo. Encontraron que las emociones positivas tienen un efecto protector sobre el desarrollo de la enfermedad coronaria, mientras que los síntomas depresivos aumentan la probabilidad de la instalación de la cardiopatía isquémica.


Puntualizaron que resulta sencillo evaluar este aspecto en la consulta, por ejemplo, si el paciente sonríe o si manifiesta placer o interés por los hechos cotidianos. Dado que se trata de un estudio no experimental, los autores advierten que no se pudo determinar si las emociones positivas pueden afectar en forma directa o indirecta la ECV, debido a que ambos trastornos tienen un aspecto subyacente en común. Esto es de gran importancia para el tratamiento de las patologías agregadas. Si las emociones positivas pudieran moderar los efectos del estrés, la reducción de este provocaría una disminución del riesgo de ECV. El factor subyacente también podría mediar los efectos de las emociones negativas; por ejemplo, el sueño de mala calidad podría aumentar el riesgo de ECV y disminuir las emociones positivas.

Sin embargo, si las emociones positivas y la ECV tuvieran una relación directa, un antidepresivo atípico como el bupropión (que modula las actividades noradrenérgica y dopaminérgica centrales) podría ser más beneficioso sobre el sistema CV. Está demostrado que este fármaco es más estimulante del ánimo que los ISRS, además de facilitar el adelgazamiento y la suspensión del tabaquismo. En cambio, los ISRS pueden producir un aumento de peso y tener menor impacto sobre las emociones positivas.

Los autores cuestionan si el efecto de las emociones positivas está relacionado con el riesgo a largo plazo. Se halló que las emociones positivas se vinculan a un indicador de un control autonómico saludable, como la variabilidad de la frecuencia cardíaca. Además, advierten que si la reducción de las emociones positivas aumentara la mortalidad a largo plazo, no sería fácilmente modificable.


Tradicionalmente se ha postulado que es casi imposible instituir cambios prolongados en la cantidad de emociones positivas o negativas, y que los seres humanos poseen un punto de ajuste emocional al cual los individuos regresarían en forma independiente en los eventos vividos. También postularon que si bien una parte importante de las experiencias afectivas pueden estar determinadas genéticamente, las experiencias vitales pueden modificar el grado de felicidad a largo plazo. En los pacientes depresivos o con emociones negativas, podría resultar beneficiosa una intervención que los impulse a realizar actividades agradables en forma diaria para mejorar la calidad de vida y disminuir el riesgo CV.

Los investigadores de las escuelas de psicología positivas tuvieron éxito al hallar, en forma empírica, que mediante estrategias en lo social, lo psicológico, lo fisiológico y lo conductual pueden incrementar la felicidad a largo plazo. También se comprobó el aumento de la sensación de bienestar y felicidad en los sujetos bien contenidos y con un entorno social seguro. Además, estas estrategias que mejoran el desempeño social y disminuyen la ansiedad podrían influir en la función CV.


La realización de actividades vinculadas a la gratitud, elegir un enfoque optimista, realizar actos de gentileza, escribir o hablar sobre las emociones negativas de la vida, visualizarse de la mejor manera posible, disfrutar de instancias felices, asistir al aprendizaje de la apreciación de las emociones positivas de la vida, la misericordia, la autorreflexión, incrementan la sensación de bienestar. También se asocian con esta sensación el ejercicio regular, la actividad sexual y el buen sueño.

Actualmente se están realizando ensayos controlados y aleatorizados sobre las intervenciones destinadas a generar emociones positivas en los pacientes con ECV. Los investigadores consideran que determinarán su eficacia sobre la función CV y proveerán una nueva percepción sobre la naturaleza de la relación con ellas.

Los autores concluyen señalando que el círculo vicioso que vincula la ECV con la depresión y viceversa merece mayor atención, tanto de los psiquiatras como de los cardiólogos. El aparente fracaso de la terapia antidepresiva para romper el enlace entre estas entidades pone énfasis en la importancia de tener nuevos abordajes como los propuestos en el trabajo comentado. Estos nuevos tratamientos podrían abrir un nuevo campo terapéutico para los pacientes depresivos con ECV conocida.


Artículo redactado por SIIC –Sociedad Iberoamericana de Información Científica

sábado, 21 de abril de 2012

La expresión facial de las emociones podría dejar de ser universal


La expresión facial de las emociones podría dejar de ser universal
         
La manifestación y la intensidad de las seis emociones básicas (alegría, sorpresa, repugnancia, ira, miedo y tristeza) se podrían percibir de manera diferente en función de la cultura del sujeto. Los resultados de una investigación se oponen a la hipótesis más aceptada en biología y ciencias sociales.


En la otra punta del mundo, abrir bien los ojos y la boca puede servir de bien poco si los habitantes de las antípodas no saben identificar la sorpresa que se transmite en las señales faciales del turista.


La hipótesis más aceptada en biología y ciencias sociales establecía que las expresiones faciales de las seis emociones básicas (alegría, sorpresa, repugnancia, ira, miedo y tristeza) eran universales, pero las conclusiones de un estudio que se publica esta semana en PNAS señalan que la comunicación de las emociones cambia en función de la cultura.


“Los datos nos muestran que las expresiones faciales no son universales, sino que han evolucionado y se han diversificado desde sus raíces evolutivas básicas para mejorar la comunicación de las emociones en la interacción social”, dice a SINC Rachael Jack, investigadora del Instituto de Neurociencias y Psicología de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), y autora principal del trabajo.


El equipo de científicos europeos llevó a cabo una investigación transcultural con 15 sujetos occidentales y otros 15 orientales. Todos tuvieron que identificar en personas de su etnia y de otras culturas las emociones que transmitían 4.800 animaciones de caras.


Los occidentales distinguían las seis emociones básicas, mientras que los orientales superponían algunas de ellas. Sobre todo confundieron la sorpresa, el miedo, el asco y la ira.


En relación con la intensidad de las emociones, en una escala del uno al cinco, los orientales se fijaron en las señales de la región del ojo para reconocer el grado de alegría, miedo, repugnancia e ira en una persona. En cambio, los occidentales dedujeron la magnitud de la emoción por otros músculos faciales.


Estos resultados contradicen la teoría que desarrolló el naturalista Charles Darwin en su libro La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, una obra que contribuyó a reforzar la hipótesis de que las expresiones faciales forman parte de un lenguaje universal para que todas las culturas reconocieran las señales de las emociones internas de los individuos.

Referencia bibliográfica:

Jack, R.E.; Garrod, O.G.B.; Yu, H.; Caldara, R.; Schyns, P.G. “Facial expressions of emotion are not culturally universal”. PNAS: 1-4, 16 de abril de 2012. DOI: 10.1073/pnas.1200155109