martes, 24 de enero de 2012

2012 año de la Neurociencia

El Consejo de los Diputados respaldará la celebración en 2012 del Año de la Neurociencia en España. El objetivo es impulsar la investigación en esta área y fomentar su divulgación entre los ciudadanos.

En los últimos 20 años ha crecido considerablemente el número de equipos dedicados a la neurociencia en España, así como las publicaciones científicas en la materia. Sin embargo, las repercusiones en los medios de comunicación son escasas: "el objetivo es que las personas de a pie sepan que existe la neurociencia, ofrecerles formación", señaló Mara Dierssen, investigadora del Centro de Investigación Genómica de Barcelona. Esta ciudad acogerá la VIII Conferencia Bienal de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia (FENS), que se celebrará del 14 al 18 de julio de 2012.

Durante el año se celebrarán actividades de diverso tipo como talleres, seminarios, exposiciones y conferencias organizadas por diferentes instituciones científicas. El Parque de las Ciencias de Granada, en colaboración con la Fundación de Neurociencias de Nueva York, acogerá la exposición: "Brain. The inside Story", que ofrece un recorrido por el cerebro y todo lo relacionado con él: el pensamiento, los sentimientos, la memoria, la esperanza y los sueños.
Por otro lado, la FENS ofrecerá ayudas de más de 1.000 euros a aquellas instituciones que quieran organizar un evento durante la semana de divulgación de cerebro, un acontecimiento que se celebra cada año a nivel mundial.

miércoles, 18 de enero de 2012

Por: Horacio A. Krell
Las neurociencias detectan cómo se forman los hábitos y la neuroeducación enseña cómo se cambian, se adquieren o se suprimen. Controlarlos es un mito porque al hacerlo se los repite, como en la frase no pienses en un elefante. Lo primero que hacemos es pensar en él.

Aprender es modificar el cerebro para que se adapte a los cambios. Aprendizaje y evolución son sus armas para enfrentar los desafíos y su plasticidad neuronal reformatea el sistema nervioso con la experiencia y el conocimiento, y los aloja en la memoria.

Un recuerdo no es más que una asociación de neuronas convocadas por un estímulo.

Una memoria implícita. Aprendizaje y memoria son aliados estratégicos. La memoria implícita ejecuta acciones a nivel inconsciente, la explícita es una memoria consciente. El hábito es una creación implícita que exige poco esfuerzo, porque se repite cómodamente y en piloto automático.

La ventaja del hábito es que no esfuerza la voluntad, es una memoria perfecta que se repite. Recordar explícitamente es más difícil, los hábitos se usan sin advertirlos. Sin ellos habría que pensar hasta para respirar. El hábito se perfecciona con la repetición. Sin motivación y entrenamiento no se consolida y se tratara tan sólo de un intento fallido.

La corteza prefrontal organiza la secuencia de tareas necesarias para ejecutar un plan y alcanzar un objetivo. Con la atención selectiva activa la memoria operativa e inhibe otras. El aprendizaje asociativo sobre relaciones causales se basa en el orden, la contigüidad temporal, espacial y la contingencia entre las respuestas y los estímulos (ER).

Lóbulos prefrontales y ganglios basales. En el reflejo condicionado descubierto por Pavlov la clave es el ambiente, en el condicionamiento voluntario importa la motivación.

Las  conductas motoras son  aprendidas  y se perfeccionan con la práctica. Al  principio son imprecisas. Un programa instintivo se puede modificar con estrategias cognitivas, con participación de la memoria explícita, hasta que el cambio finalmente se automatiza y se vuelve implícito. Los estudios con neuroimágenes confirman que, a medida que se construye una destreza motora, la actividad basal aumenta al tiempo que la actividad prefrontal disminuye.

Primero funciona la asociación sensorial, luego la asociación motora. La conexión prefrontal participa en el momento del aprendizaje con reglas explícitas para aprender la secuencia, pero, a medida que se automatiza,  los ganglios basales controlan la ejecución, sin requerir un control consciente.

Hábito es un aprendizaje que no se basa en el saber, sino en conexiones automáticas de (E-R).  La secuencia se inicia más automática y compulsivamente que en las destrezas motoras, que se desencadenan de modo más voluntario. Muchos hábitos apenas requieren acciones motoras. Su aprendizaje, como el pavloviano, desencadena respuestas inflexibles no orientadas a la meta como la respuesta instrumental y  una vez establecidas,  no requieren la retroalimentación que guía a la instrumental y están más controlados por el contexto.

Son aprendizajes resistentes a su rápida devaluación o extinción, porque la respuesta está controlada mucho más por los estímulos que la preceden  y mucho menos por los que la siguen.

La resistencia al cambio. Proviene de evitar el esfuerzo intelectual que el cambio representa. Sin el control por contacto con la realidad el error se convierte en hábito. El futuro puede ayudar a crear buenos hábitos si existe la visión magnética del objetivo.  La mente es como el campo, ambos producen lo que se siembra en ellos.

Un hábito se crea al darle prioridad, planearlo, ejecutarlo y controlarlo. La actitud vale tanto como la aptitud. El hábito de la habilidad enseña a hacer, el de la actitud las ganas de hacer, de empezar y perseverar. Hay que formarlos en la infancia, el niño es el padre del hombre. El peligro son los malos hábitos. Cada uno crea los hábitos que luego lo forman.

Concentrar la energía en el cambio. Cotejar lo nuevo con  lo viejo activa la energía de la corteza prefrontal que se conecta con el circuito del temor donde interviene la amígdala.

Un cambio importante consume mucha energía.  Para evitar que triunfe la rutina se deben generar  nuevas rutas. Para incentivar el aprendizaje hay que llamar la atención con propuestas sugestivas, que el cerebro cree soluciones sin que le sean impuestas.

No existe segunda oportunidad para la primera impresión.  El momento crucial para entender es interno. Para eso la idea debe ser presentada en un formato original y frecuente para que refuerce la concentración y  rompa el equilibrio que conduce a más de lo mismo.

Energía individual y social. La mayor parte del trabajo se hace colaborando y los resultados dependen de que las relaciones sean satisfactorias y equitativas. La cooperación da prioridad a los beneficios globales sobre los personales. El mecanismo de refuerzo social es la motivación intrínseca, mientras que la recompensa económica es extrínseca. Ambos activan áreas del bienestar que junto a la justicia social y el respeto ayudan a aprender y a disparar conexiones neurales que focalizan la atención en las nuevas ideas.

La falta de respeto o exclusión producen dolor, dificultan la habilidad de pensar, y liberan cortisol, una sustancia nociva que despierta neurocircuitos de aversión, temor y rechazo.

Un valioso recurso es enfocar la atención en la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejorar la sintonía entre los hemisferios cerebrales. Al revés, el desánimo y la ira, hacen que las decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente llevar la atención a lo tiene la capacidad de serenar el estado mental.

La palabra es otra forma de energía. La tomografía de emisión de positrones visualiza cómo las personas que se hablan a sí mismas de una manera más positiva consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral. Las palabras activan núcleos transformadores del miedo.

¿Cómo actúan los fármacos? Las neuronas se comunican entre sí liberando moléculas de dopamina, un neurotransmisor de los buenos. Las personas con ADHD emiten dopamina pero ésta es prontamente removida y su efecto dura poco. El fármaco evita que sea barrida y persista por más tiempo. Son como los anteojos que ayudan mientras se tienen puestos.

La droga sirve para concentrarse, regular la impulsividad pero  no cambia la personalidad.

Se puede hacer mucho desde lo educativo: aprender a administrar el tiempo y un método de estudio. Si alguien es desordenado, la medicación no ordenará sus papeles.

Los principios del cambio. Sólo se cambia fácilmente lo que es sencillo. Para cambiar un comportamiento hay que cambiar el patrón mental que lo genera. Al principio uno puede dejar un hábito pero lo extraña y vuelve a él. Para pensar y vivir mejor es necesario activar los neurotransmisores químicos del bienestar que armonizan el sistema emocional.

En pocos días es posible dar un gran paso en la forma de pensar. La neuroplasticidad es el recurso físico. El cerebro hace que el resto funcione, da las órdenes pero es educable. La mente es su parte invisible, nos brinda pensamientos, ideas y los niveles de conciencia. Los programas subconscientes se graban y automatizan creando hábitos por repetición.

Supermercado personal. Hay un sitio donde comprar, estrenar y disfrutar cada día  de forma gratuita y divertida, de un modo feliz, nuevo y único ya que cada día es diferente.

La cuestión es reconocer lo que está mal y qué se debe cambiar. Un mal hábito, pese a que perjudica física, emocional, espiritual o socialmente, se repite. Es necesario explicitar lo que se desea cambiar y trazar una ruta para que el reloj biológico se acostumbre.

El propósito del cambio acelerado en 21 días es reprogramar la forma de hacer algo luchando contra uno mismo y lograr el deseo de hacerlo en forma natural como si siempre se hubiera hecho así. Los hábitos no cuestan si el cuerpo los asimila naturalmente.

¿Cómo implementar hábitos? Tan difícil como cambiar hábitos es implementar nuevos y acostumbrar al cuerpo a hacer lo que nunca hizo. La constancia y la dedicación de mejorar la calidad de  vida son el motor de los cambios radicales. La felicidad es una decisión de hacer lo que nos motiva convirtiéndolo en hábito, quitándole el espacio a la depresión.

Cuidar los pensamientos: La mente es un intérprete fiel de lo que percibe, lo traduce en impulsos eléctricos y crea respuestas. Hay gente que ve los problemas en forma de caos, otros como algo complicado y algunos como una oportunidad. 

El cuerpo pide que no retrasemos los cambios, si pensamos a corto plazo es mucho más saludable que pensar en un futuro incierto. El cerebro crea nuevos caminos si se lo bombardea con acciones nuevas. William James decía que uno tiene que hacer algo 21 días para que se convierta en un acto subconsciente. Cuando aparece un fracaso, el ejercicio es encontrar cinco cosas por las cuales dar gracias. Cada día tiene sus puntos buenos.

Debemos aceptar que vivimos en tiempo presente, que está bien disfrutarlo y que por algo se lo llama regalo. Hay que hacer cosas que contribuyan al futuro, pero disfrutar de las cosas que dan felicidad y revisar las metas para conciliarlas con los actos placenteros.

También hay meditaciones para ser más positivos sobre el futuro y a darle más valor a vivir en el hoy y a nutrir las relaciones. Al cambiar los hábitos negativos por positivos uno se convierte en otro. Elige algo concreto. Hazlo tres veces al día durante 21 días sin preocuparte de otras mejoras y el cerebro creará el surco neurológico del nuevo hábito.

Un pensamiento de éxito repetido genera una acción. Una acción de éxito repetida genera un hábito de éxito. Un hábito de éxito repetido genera un carácter exitoso. El día 22 es el día en que la acción se hace hábito o ese día en que el hábito negativo desaparece.

Neuroprogramación de hábitos. La clave es la proactividad, creer que uno puede cambiar las cosas, que no está condicionado. Al mismo tiempo es necesario conocer la razón de ser, la misión en la vida. La persona reactiva reacciona, el proactivo elige primero lo primero, lo importante a lo urgente. Para la ley de Pareto el 20% de los factores producen el 80% de los resultados. Hay que entender por qué se quiere el hábito y darse 21 días para lograrlo y aceptarlo o pensar que no era para uno. Es un ganar-ganar donde  nunca se pierde.

Darle lugar en tu agenda. Si llueve o se durmió, reprograme la práctica para la noche.

Identificar los refuerzos. Los hábitos se conectan. Despertar y acostarse temprano se relacionan, igual que el ejercicio y la alimentación sana.

La ley de Murph. Afirma que todo puede salir mal. La solución es anticiparse y ser previsor en los detalles.

Hacer un seguimiento. Es una forma de rendirse cuentas a uno mismo.

Auto confianza, entusiasmo e ilusión son activos emocionales que movilizan la zona prefrontal, sede del pensamiento avanzado donde se inventa el futuro y se valoran las alternativas y estrategias para encarar los problemas y tomar decisiones.

Cuando el corazón quiere, la mente le muestra el camino. Hay que entrenar la integridad honrando la propia palabra. Si alguien dice voy a hacer esto y no lo hace altera físicamente su cerebro. El mayor potencial es la conciencia. Aceptando lo que somos y lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste. La aceptación es la clave. Sin fe el temor produce la violencia que destruye. Creer en uno mismo es la fórmula de la creación.

lunes, 16 de enero de 2012

La testosterona afronta la crisis

  • Esta hormona se encuentra en mayores concentraciones en los hombres
  • A iguales niveles de esta sustancia, hombres y mujeres aceptan los mismos riesgos

Un financiero gesticula ante una pantalla con uno de los índices económicos en Manila. (Afp)Un financiero gesticula ante una pantalla con uno de los índices económicos en Manila. (Afp)
NURIA BAENA
Miércoles 02/09/2009

MADRID.- Si usted es muy aficionado a invertir sus ahorros en bolsa o a tomar decisiones financieras arriesgadas vigile sus niveles de testosterona, ya que podría ser la que le empuja a 'tirarse a la piscina'. Esto es lo que apunta un estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), que defiende que los niveles de esta hormona, asociada con anterioridad a comportamientos competitivos, dominantes y arriesgados, explicarían la diferente actitud que muestran hombres y mujeres frente a los riesgos financieros así como a la hora de elegir una carrera profesional dentro del sector bursátil o bancario.


Los autores de este trabajo, dirigidos por la profesora Paola Sapienza, de la Kellogg School of Management de la Universidad Northwestern (EEUU), apoyaron su investigación sobre una muestra de 550 alumnos que cursaban un máster MBA en la Booth School of Business de la Universidad de Chicago (EEUU). Los estudiantes estaban familiarizados con los riesgos financieros debido a sus estudios y muchos prosiguieron carreras en este campo tras su graduación. Además, se trataba de un grupo con edades homogéneas, una base educativa y cultural similar y una condición socioeconómica parecida, por lo que quedaron minimizadas otras variables no biológicas.

Para medir su inclinación al riesgo, los participantes se enfrentaron a un juego de ordenador en el que podían optar entre una recompensa asegurada o una lotería arriesgada con un premio potencial alto. Debían elegir repetidamente entre el azar y el premio garantizado según iban incrementándose las cantidades a obtener. Además, para medir los cambios en los niveles de testosterona durante ese periodo, se tomaron muestras de saliva antes de empezar a jugar y una vez concluido el experimento.

Así, las personas más aficionadas a correr riesgos eligieron lo desconocido más a menudo, mientras que las personas precavidas se decantaron antes por la ganancia segura. Entre los participantes, los hombres evidenciaron menos temor al riesgo que las mujeres y revelaron mayores índices de testosterona en la saliva, aunque aquellas con niveles de testosterona similares a los de los hombres mostraron la misma inclinación a correr riesgos que ellos.

Influencia en la carrera profesional

En opinión de los investigadores, los niveles de testosterona también podrían influir a la hora de elegir una carrera financiera arriesgada, ya que los individuos con mayor concentración de esta hormona y menor aversión al riesgo fueron, tiempo después, más dados a elegir carreras financieras de riesgo tras su graduación, independientemente de su género.

Tal y como explica Paola Sapienza, "en general las mujeres son más reticentes al riesgo que los hombres a la hora de tomar decisiones financieras importantes, lo que puede afectar a la elección de carrera profesional. Por ejemplo, en la muestra sobre la que basamos nuestro estudio el 36% de las estudiantes del MBA eligió carreras financieras de riesgo frente al 57% de los hombres. Queríamos explorar si estas diferencias de género están relacionadas con la testosterona, una sustancia que, por lo general, existe en una mayor concentración en los hombres".

Para Luigi Zingales, otro de los autores, este estudio posee importantes implicaciones sobre cómo los niveles de testosterona pueden influir en la aceptación de riesgos en los mercados financieros, ya que muchos de estos estudiantes llegarán a desempeñar un papel importante en este sector. Además, este trabajo puede aportar luz sobre las diferencias de género a la hora de elegir carrera profesional, por lo que próximos estudios deben explorar los mecanismos a través de los cuales la testosterona afecta al cerebro, concluye el investigador.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Como evalúa el cerebro ganancia-perdida ante una posible compra

Como evalúa el cerebro ganancia-perdida ante una posible compra.

Dr. Nse. Carlos Logatt Grabner.

Un nuevo campo de investigación es la Neuroeconomía, que se encarga de investigar los procesos mentales y neuronales que intervienen en las decisiones económicas.

Cuando vamos a comprar, en nuestro cerebro se activan áreas relacionadas con la obtención de placer inmediato, pero si el precio es excesivo, se activan otras áreas que se ocupan de hacer un balance entre pérdida y ganancia.

El Dr. Brian Knutson de la facultad de psicología de la Universidad de Standford y su equipo, se propusieron encontrar que partes del cerebro se activan cuando deseamos adquirir algo y cuales cuando nos enfrentamos al precio, en la investigación participación también, Scott Rick y George Loewenstein de la Universidad Carnegie Mellon, y Drazen Prelec del MIT Sloan School of Management.

Para poder encontrar una respuesta a sus interrogantes, los investigadores trabajaron con un grupo de 26 voluntarios adultos a quienes se les entrego 20 dólares, para que cumplieran con una tarea, mientras se monitoreaba sus cerebros a través de resonancia magnética.

La tarea consistía en ver en una pantalla diferentes productos y sus precios, ellos podían comprarlos y si lo deseaban quedarse con el dinero que no se gastaban.
nucleo accumbens, insula
Lo primero que se hizo, fue exhibirles los productos y al verlos se encendía en sus cerebros el núcleo accumbens, una zona vinculada con la anticipación de obtener placer, según fueran sus preferencias.
Pero cuando se les presentaban los precios, si los consideraban excesivos, se activaba otra área, la ínsula, encargada de las sensaciones desagrado y asco, y se desactivaba la corteza prefrontal, que se asocia con la capacidad de hacer un balance entre pérdidas y ganancias.

En algunos participantes la activación del núcleo Accumbens, nunca dejo de estar presente, era en los casos de personas más propensas a comprar.

Este estudio muestra como el cerebro de los consumidores debe decidir entre obtener un placer inmediato, comprando un producto que despierta deseo, (fuerza placer) o sentir dolor inmediato (fuerza dolor) adquiriéndolo.
fuerzas placer dolor

Los resultados de este trabajo también permiten comprender los motivos por el cual comprar con tarjeta nos resulta más fácil, esto se debe a que nuestro cerebro no percibe el gasto como inmediato, razón por la cual no se activan las áreas relacionadas con el dolor por el precio o lo hacen en menor medida, dejando que la fuerza del placer inmediato actué más fácilmente.

A todos muchas veces nos gana la fuerza placer inmediato y luego nos arrepentimos del gasto.
Que todas las personas podamos conocer cómo actúa nuestro cerebro ante la compra, llevara a diseñar estrategias de marketing más éticas y a que los compradores, que somos todos, podamos frenar los impulsos del placer inmediato a fin de evaluar placer-dolor ó ganancia-perdida de mejor manera.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Gerencia y transformación estratégica

Gerencia y transformación estratégica
Dossier

Msc. Demian Uzcátegui
Candidato a Doctor en Ciencias Gerenciales
UNEFA

Los grandes avances tecnológicos, las crisis financieras, jurídicas, ecológicas y políticas, que dan lugar a un nuevo orden económico y estructuras sociales, es lo que ha impulsado a las organizaciones a buscar nuevas estrategias y modelos gerenciales, que nos permitan hacer las transformaciones y cambios necesarios para afrontar este mundo en constante incertidumbre.

Para ello se han presentado diferentes teorías, posturas paradigmáticas en el desarrollo organizacional, que nos sirvieron de referentes para identificar los elementos necesarios para realizar cambios en nuestras organizaciones.

Pudiésemos comenzar con la flexibilidad y adaptabilidad que deben tener todas las organizaciones para hacerle frente a un ambiente ambivalente, multireferencial y multidimensional, todo ello con la finalidad de lograr inercia organizacional necesaria, que nos aleje de esta manera de los enfoques mecanicistas y nos acerque a explorar y desarrollar nuevas estrategias válidas para alcanzar efectividad y eficiencia dentro de las organizaciones.

Bajo este mismo orden de ideas, estamos frente a una clara necesidad de desaprender y aprender conductas, comportamientos, hábitos, costumbres…, que se encuentran anclados en los seres humanos que conformamos nuestras organizaciones y que ciertamente maximizan la resistencia a los cambios (dejar lo conocido, lo cómodo, lo familiar).

Para disminuir lo anteriormente mencionado, se plantean algunos aspectos que debemos tomar en consideración: los líderes del cambio deben estar comprometidos e identificados con el proceso de transformación que se lleve a cabo dentro de la organización; debe existir una comunicación clara y precisa entre todos los colaboradores involucrados en el cambio; se deben tomar en cuenta todas las capacidades individuales y colectivas para capitalizar de manera exitosa el cambio; a mayor complejidad del cambio, mayor será la necesidad de generar una estructura que sustente el mismo; según el tipo de cambio se debe contar con un equipo de diferentes áreas de conocimiento para tener la visión desde distintas perspectivas.

Otro aspecto que debemos tener en cuenta en la actualidad al momento de plantearse un cambio es la tecnología, para ello mencionaremos el liderazgo 2.0 en donde todo nos lleva a la nueva forma de crear valor colectivo a través de la colaboración, del trabajo compartido y retributivo, entornos personalizados, en donde el espacio para conversar, debatir, reflexionar y aportar información es capaz de generar confianza, transparencia e influir y provocar cambios positivos. Aunque ya se está hablando de la Web 3.0, manifestándose como el uso de aplicaciones que se conectan a otras aplicaciones y bases de datos para mejorar la experiencia de uso de una persona; contemplan el uso de tecnología 3D, utilizando inteligencia artificial, es decir, buscar nuevas formas de interacción en la web, así como la relación con las bases de datos.

En un último intento de acercarnos a la realidad organizacional se hace necesario mencionar el aspecto educativo en el caso venezolano, ya que bajo el paradigma educativo actual y según nuestra cosmovisión no es posible tener individuos preparados de manera holística, que puedan generar a través de la creatividad e innovación ideas que cambien y transformen nuestras organizaciones para satisfacer a cabalidad las cambiantes y crecientes necesidades que surgen en el mundo moderno, la obsolescencia rápida de los conocimientos, la falta de educación emocional, la subordinación del interés personal y el marcado individualismo que impera en la mayor parte de nuestra sociedad nos hace pensar que los procesos educativos deberían hacer cambios estructurales. Se requiere por tanto, otro tipo de educación. Una educación más perdurable e integral.

Ésta es una de las razones por la cual se puede pensar en una educación con carácter holístico, que origine una visión sistémica de las cosas y profundice en el propio ser humano, con sus distintos momentos y explorando todo su potencial, entendiendo la unión de los aspectos físicos, mentales, sociales, emocionales, morales, y espirituales, como un ser transformador de la sociedad, de la organización y gerente de su propia realidad y que como modelo educativo pueda constituir una respuesta al tema planteado.

A modo de conclusión, las organizaciones deben reconocer las señales de su tiempo, conocer e interpretar adecuadamente el verdadero significado de su existencia y su rol en la sociedad, es estar sobre todo tipo de funcionalidad, es escudriñar dentro de la esencia más íntima del ser humano, que es el cerebro, ya que de allí parten todas nuestras emociones, sensaciones, sentimientos, pensamientos, conocimientos, necesidades, deseos, movimientos…, que son debidamente regulados por la cultura, las normas y reglas de la organización y, mucho más allá, leyes que nos han impuesto en la sociedad a fin de controlar nuestra conducta y comportamiento.

Se hace necesario darle sentido al cambio como vocación, es fomentar la innovación y creatividad en todos los espacios, es decir, salir del cambio reactivo y pasar al proactivo, y no ver el cambio, la innovación, transformación y creatividad como una necesidad para ser más competitivo, para estar tener más posicionamiento en el mercado; es ver al cambio como una dinámica de estados y contenidos de vida cambiante, y que la misma surge, se desarrolla y se evapora en concordancia con el resto de las cosas en el mundo que tienen un devenir.

Lo que parece sí estar claro, es que como gerentes debemos conectarnos de manera introspectiva con las transformaciones y cambios que queremos generar y que sólo y únicamente es posible comenzar desde el yo, y para ello necesitamos comprender e interpretar los procesos mentales: su naturaleza, características, procesos y funciones que conlleva ser creativo, innovador, transformador, los cuales son agentes de cambio y estrechamente a esto, debemos construir equipos interdisciplinarios para afrontar realidades que se le presentan a las organizaciones.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Descubren el mecanismo cerebral de la creatividad


Descubren el mecanismo cerebral de la creatividad

Puede estimularse con pensamientos adecuados para la solución de problemas

Los mecanismos que usa el cerebro para propiciar la creatividad han sido observados a través de la resonancia magnética. Una investigación ha descubierto asimismo que determinados pensamientos estimulan las zonas cerebrales relacionadas con la creatividad, que son diferentes a las que usa el cerebro durante el pensamiento metodológico. Predisponernos a pensar de una u otra manera puede ayudarnos a resolver muchos problemas cotidianos, incluso antes de que se nos hayan planteado.
Por Yaiza Martínez.

Imágenes de la creatividad cerebral.
EEG Laboratory.
¿Por qué hay veces que, de repente, tenemos pensamientos originales y creativos que nos hacen resolver algunos problemas de manera inesperada? Y, ¿por qué, por el contrario, en otras ocasiones parece que, por más que le demos vueltas a la cabeza, no somos capaces de dar con una solución?

Un nuevo estudio realizado por las universidades norteamericanas de Drexel y Northwestern, ha revelado que existen patrones de actividad cerebral que funcionan antes incluso de que nos enfrentemos a un problema, y que estos patrones están relacionados con diferentes tipos de preparación mental, que nosotros mismos podemos provocar. El estudio será publicado por la revista Psychological Science, de la que la asociación del mismo nombre ha publicado un comunicado.

Los investigadores sobre el conocimiento John Kounios, de la universidad de Drexel, y Mark Jung-Beeman, de la de Northwesten, habían realizado con anterioridad otro estudio en el que se había demostrado que las funciones cerebrales eran diferentes en los procesos de pensamiento creativo que en aquellos procesos en los que se llegaba a una solución metodológica.

Este nuevo estudio ha puesto en evidencia, además, que el momento en que se produce la “comprensión” repentina es fruto de un trabajo cerebral que se desarrolla mucho antes de que se alcance la solución. Incluso, los científicos han descubierto que la gente puede prepararse mentalmente para ese momento de comprensión aparentemente repentina antes de que se les presente un problema a resolver.

Detener el procesamiento de otras señales

Esto es debido a que uno puede tomar la “actitud” de pensar de una manera determinada, sin necesidad de que haya un problema concreto. Según ha revelado la investigación, cuando tenemos que resolver algo, y para ello se necesita que comprendamos, los patrones del funcionamiento cerebral revelan que seguimos los siguientes pasos: dirigimos nuestra atención hacia “dentro”, nos preparamos para activar nuevas líneas de pensamiento y, quizá, incluso acallamos los pensamientos más irrelevantes.

Por lo tanto, somos capaces de prepararnos mentalmente para encontrar las soluciones utilizando diversos modos de pensar –analítico, intuitivo, imaginativo, creativo- y, lo que resulta sorprendente, nuestra elección hará que la actividad cerebral varíe en función del tipo de pensamiento que desarrollemos. Esta actividad puede medirse por medio de imágenes de resonancia magnética.

En otras investigaciones, los científicos habían revelado que justo antes de que se llegue a la solución deseada, y después de que las personas se hallan esforzado mentalmente por resolverla, el cerebro reduce momentáneamente las señales visuales, lo que produce un efecto similar a lo que hacemos involuntariamente cuando entornamos los ojos o miramos fijamente a un punto mientras pensamos. De esta forma, el cerebro facilita que la solución emerja.

El nuevo estudio añade a estos descubrimientos la sugerencia de que la preparación mental incluye una focalización hacia el interior de la atención incluso antes de que se presente un problema determinado. Por lo tanto, resulta tan importante la manera en qué piensa una persona como el tipo de pensamiento necesario para alcanzar la solución.

Momento del experimento. EEG Laboratory

Cómo se hizo

A los participantes de este nuevo estudio se les presentó una serie de puzzles de palabras. Cada uno de los problemas estaba compuesto por tres palabras (como tanque, colina y secreto), y los participantes tenían que pensar en una sola palabra con la que se pudiera formar una frase común con cada una de esas tres palabras.

A menudo, los voluntarios resolvieron este tipo de cuestiones con una comprensión repentina de lo que habían de decir, esto es, la solución les venía a la cabeza de repente y era correcta. Otras veces, se solucionaron los problemas de manera más metódica, probando posibles soluciones antes de dar con la definitiva.

En dos experimentos paralelos, los participantes resolvieron estos problemas mientras se monitorizaba la actividad de sus cerebros o bien con electroencefalogramas o bien con imágenes de resonancia magnética. Los primeros dan información anatómica y las resonancias permiten ver la actividad de las áreas cerebrales. Los científicos se centraron en estudiar la actividad neuronal en el periodo de tiempo justo antes de que cada problema fuera presentado.

Las dos técnicas de imagen mostraron resultados muy similares, así como diferentes patrones de actividad cerebral cuando el problema era resuelto por “comprensión” que cuando lo era por “método”.

La actividad cerebral en el primer caso se producía en el área del lóbulo temporal, relacionada con el procesamiento conceptual, y en las áreas del lóbulo frontal, asociadas con el control cognitivo. Por el contrario, si se pensaba de manera metodológica, la actividad neuronal aumentaba en la corteza visual, en la parte posterior del cerebro, lo que implica que estos participantes centraban su atención en la pantalla en la que aparecía el problema planteado.

Por lo tanto, el estudio ha demostrado que estas dos formas pueden servir para resolver problemas –la analítica y la intuitiva- y que las dos nos llevan a usar de manera distinta nuestro cerebro.

martes, 27 de septiembre de 2011

La cultura rige también la actividad del cerebro


La cultura rige también la actividad del cerebro
Un estudio descubre los efectos neuronales de los valores culturales
La cultura, así como el nivel de identificación que tengamos con ella, no sólo condiciona nuestros comportamientos, sino que también rige los patrones de la actividad neuronal, según un estudio llevado a cabo en Estados Unidos con individuos de dos grupos culturales diferentes. A través de imágenes de resonancia magnética funcional, la investigación descubrió enormes diferencias entre los patrones neuronales de ambos grupos culturales, así como la gran actividad neuronal que se despliega en las áreas cerebrales relacionadas con la atención, cuando se emiten juicios alejados de nuestra cosmovisión cultural. Por Yaiza Martínez.
a cultura condiciona la forma en que usamos el cerebro, señala un estudio del McGovern Institute for Brain Research, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT, por un equipo de investigadores de la Stony Brook University de Nueva York, del MIT, y de la Stanford University de California.

A esta conclusión han llegado los científicos a partir de una serie de exploraciones de resonancia magnética funcional (fMRI -tecnología que permite medir la respuesta hemodinámica (respuesta de regulación dinámica del flujo de sangre) vinculada a la actividad neuronal- de los cerebros de 20 personas, 10 de ellas orientales recién llegados a Estados Unidos, y otras 10 de origen norteamericano, informa el MIT en un comunicado.
Los resultados obtenidos de dichas exploraciones han demostrado por vez primera que la cultura en que crecemos, así como el nivel de identificación que tengamos con ella, influye en los patrones de la actividad cerebral de nuestras neuronas. Los científicos han publicado un artículo al respecto en la revista especializada Psychological Science.
Memoria y percepción condicionadas
En ella explican que investigaciones anteriores sobre el comportamiento, en las que se ha basado el presente estudio, habían demostrado que las personas procedentes de contextos culturales occidentales rinden mejor en tareas en las que se enfatizan las dimensiones independientes (absolutas) en lugar de las dimensiones interdependientes (relativas), y que exactamente a la inversa sucede con las personas que proceden de contextos orientales.
Así, el hecho de que la cultura americana, de valores individualistas, acentúe la independencia de los objetos en relación a sus contextos, mientras que en las sociedades de Extremo Oriente se acentúe lo colectivo y la interdependencia contextual de los objetos, afecta a las percepciones.
Dichas investigaciones anteriores habían demostrado asimismo que estas diferencias culturales pueden influir también en la memoria. En el origen de la presente investigación estaba la pregunta de si estas diferencias culturales podrían condicionar incluso la actividad neuronal del cerebro.

Para descubrirlo, los científicos, liderados por John Gabrieli, del McGovern Institute for Brain del MIT, pidieron a los participantes en la investigación que realizaran rápidos juicios de percepción de una serie de imágenes presentadas, al mismo tiempo que sus cerebros eran escaneados con la fMRI.

Cultura en la actividad cerebral
Según explica la Stony Brooks University, las respuestas de los participantes, simultáneas a la medición de su actividad cerebral, sirvieron para medir su percepción de la independencia o interdependencia de los objetos.
Las imágenes presentadas consistían en diagramas consecutivos en los que había una línea vertical dentro de una caja. A los participantes se les mostró una serie de estos dibujos para que emitieran su juicio de percepción en función de dos reglas: una de ellas les exigía ignorar el contexto y definir la longitud de la línea sin tener en cuenta el tamaño de los cuadrados (juicio absoluto). La otra regla consistía en tener en cuenta el contexto, y comparar las proporciones de las líneas con los cuadrados en los que estaban (juicio relativo).
Los cerebros de todos los participantes fueron sometidos a las mediciones del escáner mientras realizaban estos juicios aplicando los dos tipos de reglas. La intención era descubrir si los patrones de actividad cerebral diferían según una u otra norma de atención.
Las tareas eran lo suficientemente fáciles como para que los dos grupos las llevaran a cabo correctamente, pero sí hubo diferencia en la actividad cerebral medida. Los individuos de ambos grupos mostraron patrones de actividad cerebral distintos en el momento de realizarlas: la activación de determinadas áreas del cerebro era mucho menor cuando los juicios emitidos coincidían con los valores de sus culturas.
Implicación cultural y percepción
Según el artículo aparecido en Psychological Science, “en cada grupo, la activación en las regiones frontal y parietal del cerebro, que se sabe están asociadas al control de la atención, fue mayor durante la emisión de juicios no-preferidos culturalmente que durante la emisión de juicios preferidos culturalmente”.
Los científicos quedaron sorprendidos por la magnitud de la diferencia de los patrones neuronales entre ambos grupos culturales, así como de la enorme actividad neuronal vinculada al sistema de atención del cerebro que se ponía en marcha cuando los participantes emitían juicios alejados de su cosmovisión cultural.
Profundizando más en este fenómeno, los investigadores descubrieron que en aquellos individuos más identificados con su cultura, el efecto neuronal de los juicios que les resultaban “extraños”, se acentuaba aún más que en el resto de individuos de su misma cultura, pero menos implicados en ella.

Utilizando una serie de cuestionarios de preferencias y valores en las relaciones sociales de los participantes, calibraron su grado de identificación con su propia cultura. Así, pudo demostrarse que, en ambos grupos, una identificación más fuerte se correspondía con un patrón más intenso de activación cerebral específico de cada cultura.
De esta manera, explican los investigadores, “el trasfondo cultural individual, así como el grado en que un individuo da crédito a sus valores culturales, modera la activación de las redes del cerebro implicadas, incluso durante la realización de tareas visuales y de atención muy simples”.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sistemas Emocionales: "El pronóstico meteorológico" de nuestras conductas



Sistemas Emocionales: "El pronóstico meteorológico" de nuestras conductas.

Dr. Roberto Rosler
“En el siglo XX no existe otro tipo de cambio que el cambio rápido, según la evolución, el ritmo de los cambios del mundo estaba determinado por periodos glaciares, con el modernismo todo estaba cambiando a la vez y de manera fundamental, de la noche a la mañana”. P. Watson.

El motivo por el cual el Sistema Nervioso Central (SNC) ha ido aumentando en tamaño y complejidad a lo largo del árbol filogenético [1] es porque un cerebro más eficiente aumenta las posibilidades de éxito en la supervivencia y la reproducción.

Frente a esta afirmación no deja de ser paradójico que al observar ciertos trastornos que aquejan al SN (Estrés, Obesidad, Fobias, etc) tengamos la rara y extraña sensación que estamos “durmiendo con el enemigo”. O sea que ciertos sistemas funcionales neuronales que deberían aumentar nuestras posibilidades de supervivencia en realidad la están disminuyendo.

Para analizar esta paradoja es necesaria una “mirada” evolutiva que nos permita comprender que nuestro Cerebro estaba brillantemente adaptado a su ambiente ancestral, o sea al Paleolítico. Por lo tanto el Homo Sapiens actual consiste en un Cerebro del Paleolítico viviendo bajo las normas socioculturales del Siglo XXI.. Y esto no deja de ser un “cocktail explosivo”.

Como ejemplo podemos citar a Roland Barthes que solía decir que “en Francia es natural ser católico, estar casado y haber presentado una tesis”. Barthes era protestante, homosexual y (a pesar de ser uno de los creadores de la Semiótica) nunca había presentado una tesis de doctorado. Barthes hacía esta afirmación para mostrar que lo que en general consideramos natural son solamente normas impuestas por la sociedad y la cultura. No es natural ir por la vida en ropa interior, orinar en el baño o comer con tenedor y cuchillo.

Así podemos considerar que ciertas patologías son en realidad el resultado de la falta de correspondencia entre el ambiente original de adaptación y el medio social actual.

Consideremos un ejemplo clásico como lo son todos los trastornos asociados al Estrés.

La respuesta de Estrés era altamente adaptativa para los Homo Sapiens del Paleolítico ya que al inhibir ciertos repertorios de conductas (dormir, comer, deseos sexuales, etc) y al activar ciertas respuestas homeostáticas (hipertensión arterial, taquicardia, hiperglucemia, etc) mejoraba sus posibilidades de supervivencia (como por ejemplo enfrentarse a un predador) y, como en esta época no existían aún los impuestos, los jefes, los políticos, las obligaciones “tribales” y familiares, etc, las situaciones que justificaban una respuesta de estrés eran de corta duración y baja frecuencia.

Ahora bien, observémonos a nosotros mismos, ciudadanos del siglo XXI y sobrevivientes del “siglo de la crisis perpetua” como define Peter Watson al siglo XX. El Estrés, a través de ciertos cambios socio-culturales (estado, tribu, familia, trabajo) y de ciertos “avances” tecnológicos (celular, computadora, teléfono, etc) se ha convertido de una respuesta “discreta” en una descarga continua y crónica que nos impide comer, dormir y tener deseos sexuales; y que nos genera infartos y otras “bondades”. Resumiendo el Estrés ha sufrido una “metamorfosis” funcional: De aumentar la supervivencia ha pasado a disminuirla.

Analicemos ahora la relación existente entre el peso corporal, el Sistema de Búsqueda y Recompensa y el Sistema Neuroentérico. Se considera en la actualidad que el Homo Sapiens se inició como un recolector (tarea fundamentalmente femenina que consistía en recoger frutos, verduras y pequeños mamíferos) y como un carroñero (perdón si con esta afirmación hiero el orgullo del lector pero la Antropología moderna nos aleja del estereotipo del Homo Sapiens como un valiente y intrépido cazador, esta fue una conducta más tardía cuando mejoraron los instrumentos y las tácticas de caza grupal).

El Sistema Neurorentérico (un recientemente independizado de los Sistemas Simpático y Parasimpático) es, entre otras funciones, el encargado de regular la eficiencia de la ganancia y pérdida de calorías.

Cuando el Homo Sapiens envejece (y por lo tanto disminuye su capacidad de buscar y traer carroña) o cuando pasa por épocas de carestía alimenticia el Sistema Neuroentérico, como conducta adaptativa para aumentar las posibilidades de supervivencia, incrementa la eficiencia en la ganancia de calorías y disminuye la eficiencia en su pérdida.

Por otra parte cuando el Homo Sapiens encontraba grandes cantidades de comida, al no existir en el Paleolítico heladeras u otros medios de conservar alimentos, el Sistema de Búsqueda y Recompensa facilitaba la ingestión de grandes cantidades de alimentos a pesar de que las señales homeostáticas le hacían saber al Hipotálamo que ya se habían ingerido suficientes “commodities”.

Consideremos ahora a un Homo Sapiens del siglo de los hipermercados que desea bajar de peso. Probablemente, debido a que su trabajo le imponga un modo sedentario de vida, elija una dieta basada en una severa restricción alimenticia.

Su sistema Neuroentérico “Palelolítico” interpretará que se está pasando por un período de escasez y por lo tanto aumentará su eficiencia dificultando la pérdida de peso.

Es un comentario habitual que luego de varias dietas o con el paso de los años cada vez es más difícil perder peso y es cada vez más fácil ganarlo.

Para dificultar aún más la situación cuando este Homo Sapiens hambriento por su dieta se encuentre con un paquete de galletitas u otra “hiper” fuente de glúcidos y/o lípidos observará azorado como su mano adquiere vida propia y va y viene del paquete hacia su cavidad oral sin detenerse hasta que el paquete esté vacío (una “cortesía” del Sistema de Búsqueda Dopaminérgico).

Para concluir observemos algunas causas frecuentes de fobias como el miedo a las alturas y a los espacios abiertos. Si analizamos estos miedos en relación al Paleolítico veremos que en realidad aumentaban las posibilidades de supervivencia en el ambiente ancestral.

El Homo Sapiens abandonó las selvas y se dirigió hacia la sabana africana porque su capacidad de trepar (y por ende de conseguir alimentos) era muy inferior a la de los grandes primates. Por esta pobre capacidad de trepar es adaptativo tenerle miedo a las alturas ya que evita las posibilidades de traumatismos por caídas.

Nuestros ancestros medían 1,50 metros y pesaban unos escasos 40 – 50 kg. Si se atrevían a pasearse por los espacios abiertos de la sabana eran presa fácil de sus depredadores (como por ejemplo los grandes felinos). Conclusión tenerle miedo a los espacios abiertos era adaptativo.

¿Pero quién puede vivir con normalidad en el siglo XXI si le tiene miedo a las alturas y a los espacios abiertos?

Tal vez alguien pueda preguntarse: ¿Estos millones de años transcurridos desde que los homínidos pasaron a la postura bípeda en el África oriental no han sido suficientes para adaptarse a los cambios socioculturales?

Creo que sirve como explicación un “calendario” que utiliza Carl Sagan en el que compara toda la historia del planeta (calculada estimativamente en la actualidad en unos 4.500 millones de años) con un año de 12 meses.

En este calendario las rocas aparecen el primero de Enero, los invertebrados el 15 de Noviembre, los mamíferos el 27 de Diciembre y el Homo Sapiens aparece en la Tierra el 31 de diciembre a las 23.30 horas. Si consideramos que pasamos de vivir en forma nómada a la sedentaria hace unos miles de años: ¡Unos minutos de existencia en la Tierra no son suficientes para adaptarse a los apabullantes cambios de nuestro medio ambiente!

No debemos olvidarnos que en el último medio siglo “se ha desbordado el río de los descubrimientos” y la humanidad ha sufrido los mayores cambios culturales y tecnológicos a una velocidad nunca antes vista. Cambios que nos han alejado más aún de nuestro ambiente ancestral original de adaptación y que nos obligan a preguntarnos: ¿Es siempre más sinónimo de mejor?

Para finalizar es importante considerar que con el paso de las décadas el concepto de “evolución se ha convertido además en una metáfora que nos deja ver que las ideas, a semejanza de los animales, también evolucionan, cambian...”. Desde esta perspectiva es fundamental que los conceptos funcionales del SN mantengan permanentemente esta capacidad de evolucionar y cambiar.

[1] Debemos abandonar un antiguo concepto que fue un auténtico “predador” de la evolución que es el de la “escala filogenética” y que proviene de la idea aristotélica que con soberbia colocaba al hombre en el “escalón” más alto de la perfección. La enorme influencia de este concepto se ejemplifica en las actitudes de las autoridades médicas y políticas durante las pestes de la Edad Media. Cuando algunos hallazgos sugirieron que la peste podía deberse al contacto de las personas con las ratas esta idea fue inmediatamente descartada ya que era descabellado pensar que dos organismos tan separados en la “cadena de la vida” pudieran tener alguna relación patogénica. Debemos sacar al Homo Sapiens de este pedestal y considerar el proceso evolutivo de las especies como un árbol de múltiples ramificaciones, en el que, en el tope de cada rama, encontraremos a los animales mejor adaptados a su medio específico. No podríamos colocar al Homo Sapiens en ese tope en medios como el Ártico, el medio subacuático, el desierto, la noche, etc. Este concepto de evolución en “escalera” también fue utilizado en exceso por los biólogos raciales de fines del siglo XIX que estaban convencidos de que, extrapolando las ideas darvinistas de la naturaleza a la sociología, se podía agrupar a todas las razas del mundo en una sencilla escalera evolutiva en la cima de la cual se encontraba el hombre blanco. Por suerte, para los que estaban dispuestos a aceptar lo que era evidente, la obra de múltiples antropólogos y biólogos demostraron que la evolución era un proceso mucho más complejo de lo que querían reconocer los partidarios del “seudo” darwinismo social mejor llamado social spencerismo.